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Voto de Cinéfilo de mierda:
6
Thriller. Intriga. Terror Jessie (Carla Gugino) y Gerald (Bruce Greenwood) son un matrimonio maduro que viaja a una remota cabaña con la esperanza de revitalizar su deteriorada relación en un sitio apartado y tranquilo. Allí Gerald propone a su mujer un juego sexual: esposarla a la cama para incrementar las sensaciones. Pero cuando éste muere de un infarto, Jessie tendrá que luchar por su supervivencia. (FILMAFFINITY)

18 de enero de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El juego de Gerald” es una película dirigida por Mike Flanagan y basada en una obra de Stephen King. Me voy a quitar la morralla lo antes posible: se trata de una obra muy competente, bien resuelta a nivel técnico y con una pareja protagonista convincente y muy bien dirigida. El “envoltorio” cumple a la perfección, y sabe usar recursos como la luz o el color para reforzar las situaciones que los personajes están viviendo. He querido notar el juego narrativo de omitir a la cámara lo que la protagonista no puede ver, pero como tampoco es algo que se quede muy marcado solo destacaré que, pese a la limitación con la que cuenta la propuesta, la variedad de planos y su montaje consiguen que nunca se haga repetitivo el visionado, mostrando una buena gestión por parte de Flanagan del espacio y de su propia creatividad. Pero ahora entremos en lo otro…

Uno de los puntos más cuestionables es cómo se ha enfocado el conflicto. En “El juego de Gerald”, el personaje principal se encuentra siempre acompañado de proyecciones mentales con las que dialoga, conformando una especie de conversación con ella misma y sus traumas. Otras películas con propuestas similares, como “127 horas” o “Buried”, no necesitan de este recurso y, desde mi punto de vista, no habría sido mala idea que esta cinta las imitara. Me extrañó mucho que, en una cinta sobre una mujer que se ha quedado atrapada en la soledad (remarco lo de “soledad”) de su casa de campo, apenas existan momentos de silencio o de introspección. Los personajes están hablando constantemente y, cuando paran, lo hacen porque están ocurriendo cosas y porque retomarán la conversación después. Es como si los creadores temieran que al espectador le dominara el aburrimiento o la desidia; pero, centrados en evitarlo, lo acaban provocando: en determinados momentos se hacía ligeramente pesada esta dinámica.

Decía una tal Chéjov que en una obra no se puede introducir un arma si esta no va a ser utilizada después. Normalmente, estas armas suelen ser ocultadas por el guionista, ya que suelen ser las causantes del giro final y conviene que se disuelvan en la memoria de los espectadores y que se olviden rápidamente, como información superficial. Un rifle en una pared, un comentario sobre una noticia que alguien ha leído, una actitud sospechosa por parte de un personaje secundario… bueno, pues en “El juego de Gerald”, hay un señor que introduce una pistola, sí, ¡pero el muy imbécil la deja en el maldito centro de la habitación! Y luego continúa dejando pistolas desperdigadas, pero cada vez que lo hace te grita a la cara: ¡Oye, fíjate en esto, que luego va a ser fundamental! La cinta está tan obsesionada por sorprender con sus revelaciones que acaba resultando casi paródica, como una especie de caricatura de este recurso. Además, no soy una de esas personas que han nacido con el don de la anticipación y detesto decir lo que voy a decir, pero tanta insistencia solo consigue que la película se vuelva previsible. Me sorprendió ver que gran parte de las cosas que ocurren durante el metraje las veía venir desde lejos, y las que no, lo hicieron sobre aspectos que ya llamaron mi atención cuando se presentaban.

Eso sí: se salva de la quema por no estar completamente sustentada sobre estos giros. Actúan más bien como golpes de efecto, ya que la historia tiene elementos suficientes como para ser disfrutable y a nivel narrativo logra transmitir sensación de tensión y de terror de un modo muy efectivo. El desarrollo de la protagonista está bien llevado, y se nota siempre muy coherente y con bastante sentido. Se busca tocar temas interesantes más allá de la idea principal de la película, como el temor a la muerte, la supervivencia, la locura, la realidad… por desgracia, estos temas no están del todo bien explotados y palidecen conforme avanza la historia, ofreciendo una conclusión muy ambigua. Una mayor profundización habría sido interesante.
Cinéfilo de mierda
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