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Voto de Cinéfilo de mierda:
8
Acción. Thriller En Nueva York, John Wick, un asesino a sueldo retirado, vuelve otra vez a la acción para vengarse de los gángsters que le quitaron todo. (FILMAFFINITY)
31 de agosto de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras el destrozo que me hizo “Wanted” -es mi crítica anterior a esta, pero os la puedo resumir diciendo que es una bazofia-, tenía ganas de ver una película de filosofía similar. De organizaciones asesinas, desenfadada, que sea un canto a la acción por la acción… y decidí darle una oportunidad a “John Wick”, una obra dirigida por Chad Stahelski y David Leitch que nos habla de un hombre al que la mafia le arrebata su coche y la vida de su perro. PERO CLARO, el tipo era uno de los mejores asesinos a sueldo del mundo; y encima acaba de perder a su esposa, por lo que tiene algo de rabia contenida…
Me llamaron mucho la atención los primeros minutos después del incidente. Las películas suelen querer mostrar un desarrollo, y buscan reflejarlo con un protagonista que empieza siendo un mierdecillas y acaba siendo el puto amo. Se le plantea un RETO. A John Wick, no. Desde el primer momento nos dicen que el tipo es un asesino despiadado, la muerte personificada, el villano le teme y respeta y asume que no tiene escapatoria. John Wick es un monstruo, y los directores nos lo plantean maravillosamente en una secuencia capaz de poner la piel de gallina.
Su labor es uno de los grandes pilares de la obra. El film no se corta en su grandilocuencia, bañando al metraje de un tono épico muy funcional, con secuencias asombrosamente expresivas. Chad Stahelski y David Leitch solían currar como segunda unidad en multitud de producciones, por lo que el salto a su propio largometraje es motivo de júbilo, vistos los resultados. Los autores demuestran dominio en la narración, y son capaces de transmitir el peso de la bestia que han liberado. Todo ello con la guinda de una elegancia sobrehumana, incluso en las escenas más caóticas.
Y es que, si algo define a la figura de John Wick es la elegancia, y esa filosofía es llevada al extremo. Podemos percibirla, obviamente, en el vestuario de los personajes o en su forma de actuar; pero también la encontraremos en su cuidado montaje, en su preciso uso del lenguaje audiovisual o en las mismas coreografías de las escenas de acción: no necesitan cámara lenta, ni cambios de plano constantes ni un montaje acelerado. Hablamos de muchos de los mejores tiroteos de la historia del cine, e incluso de una forma distinta de entender este tipo de escenas.
También ayuda mucho, muchísimo, todo el universo creado alrededor del personaje. Los creadores hacen bien en enseñarnos lo justo, racaneando un poco incluso, y crean un submundo criminal que acaba estando más integrado en la trama de lo que pudiera parecer en un primer momento. Este mundo funciona bajo unas reglas muy específicas, y lo hace como un reloj suizo; pero al mismo tiempo, nunca termina de saltar a un primer nivel de la narración ni nos ofrece las respuestas que buscamos, incrementando de ese modo su misticismo. Una película normal nos lo habría presentado explícitamente, pero John Wick no: John Wick ya lo conoce, y lo maneja.
Por otro lado, el propio personaje merece un fuerte aplauso por varios motivos. Es un hombre de pocas palabras, pero de silencios que acojonan mucho; terroríficamente minucioso y absurdamente letal. Sorprende que puedas empatizar con un personaje así, y que tenga la entidad suficiente como para sustentar una película, pero gracias a la excelente interpretación de Keanu Reeves llegamos a creérnoslo con facilidad. Keanu es fundamental para esta obra, no solo por su contenido papel –más de un actor habría presionado para meter más líneas SEGURO-, sino por el gusto que da ver renacer a un querido actor que ha pasado unos años… inestables.
“John Wick” es una película de acción realmente agradable, que incluso se permite un momento para aportar capas de profundidad a la historia. Pero no tienes por qué hacerles caso: su visionado se sustenta bien en los disparos y en los golpes de efecto. Y no hay nada de malo en ello, pues el cine también tiene mucho de espectáculo circense.
Cinéfilo de mierda
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