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Voto de Cinéfilo de mierda:
6
Intriga. Thriller Durante su trayecto habitual de vuelta a casa en tren Michael MacCauley, un vendedor de seguros felizmente casado comienza a hablar con una misteriosa pasajera, Joanna, que dice estudiar el comportamiento humano preguntándose qué clase de persona esa cada uno. (FILMAFFINITY)
18 de abril de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de mis placeres culpables son los thrillers conspiranoicos. Sus personajes forzados a participar en las tramas, sus escenas de acción loquísimas o sus argumentos vagamente transcendentales repletos de clichés son capaces de alejarme de mi vacío existencial y de hacerme sentir perseguido por una agencia secreta y varios gobiernos corruptos. Y de todo el género, al tándem de Collet-Serra+Liam Neeson le tengo especial cariño, pues me parecen sobradamente cumplidores en sus respectivos roles. Así que vaya por delante que lamento que ésta sea su última colaboración.
En “The Commuter”, al bueno de Neeson le pilla toda la movida a bordo de un tren en marcha. La propuesta cumple con las tres unidades griegas, desarrollándose la acción en ese único espacio y durante el tiempo que dura el trayecto. El director parece encontrarse muy cómodo bajo estas condiciones, pero en su último trabajo no termina de explotar todas sus posibilidades: la película en ningún momento llega a sorprender por las situaciones que presenta y se basta con adecuar los ritmos del género al espacio designado. No voy a criticar que los giritos y demás cabriolas argumentales son predecibles por que también son efectistas, pero habría una mayor creatividad a la hora de gestionar la trama habría sido muy de agradecer. Por otro lado, las conclusiones finales me parecen muy poco acertadas y diluidas por un escaso tratamiento del protagonista. Existe cierta reflexión sobre la responsabilidad, la culpabilidad y el sacrificio; sin embargo, a efectos prácticos todo ello se queda en la superficie.
En el apartado técnico, la película se desenvuelve con soltura sin llegar a merecer una ovación. Cuenta con una imagen muy expresiva que en ocasiones puede llegar a resultar cargante y densa: Se encuentra repleta de luces de diferentes tonos y de una textura que parece forzada y agresiva. El sonido sigue el mismo camino, y padece de aquel contraste que me saca de quicio en el que conviven conversaciones inaudibles con momentos híper estridentes. Quiero volcar también mi odio absoluto en los efectos especiales, que rozan con peligro el 2007. No suelo tenerlos en cuenta, pero creo que propuestas como ésta pueden descuidar otros aspectos como el guion o la actuación a favor de la espectacularidad. Y son espectaculares, desde luego, pero también se encuentran mal ejecutados -se les ve a la legua- y están incluidos en momentos en los que tiene poco sentido -luego continuo con esto-. Por no pasarme de cruel, diré que tiene mérito haber recreado un espacio tan reducido y exigente como un tren en movimiento, y que cuenta con ciertos detalles -sobretodo referentes al movimiento de cámara- ciertamente bien llevados.
Es importante mencionar a Collet-Serra, el director. Normalmente este cargo queda en segundo plano en muchas películas del género, ya que suelen ser obras que funcionan “en automático” y que apenas dejan lugar a la sensibilidad artística. A pesar de ello, el director catalán cuenta con ciertos rasgos que le permiten diferenciarse del resto y que le hacen destacar entre la homogeneidad. En “The Commuter” se encuentra desatado, dominando por completo la idea y disfrutando de su particular estilo. Hay ciertos puntos en los que ALGUIEN le podría haber frenado -¿era necesario un plano que atraviese el agujerito de un ticket sellado?-, y por el motivo que sea tiene la fea costumbre de tirar de VFX para casi todo; pero todo ello me empieza a parecer el fruto de un autor reafirmándose como tal. Y, al mismo tiempo, Collet-Serra comienza a beber de auténticas genialidades del cine de acción y nos regala un par de combates excelentemente planteados y coreografiados, muy deudores de pesos pesados como “The Raid”. Lástima de las escasas pero desagradables incursiones en la comedia, con un par de chistecitos desafortunados que buscan rebajar la tensión del trayecto final y únicamente logran dar vergüenza ajena.
Con esta obra, tenemos a un autor buscándose a sí mismo en un género en el que se encuentra cómodo, pero que no le permite explayar del todo su sensibilidad. Ya se aprecian rasgos de estilo muy marcados, por lo que no sería de extrañar que dentro de poco hablemos de un auténtico artista del cine de acción. Hasta entonces, sus obras y más concretamente “The Commuter” nos deja un entretenimiento perfecto para hacer descansar al cerebro entre obra y obra de Haneke.
Cinéfilo de mierda
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