Utilizar el humor para hablar de sucesos tristes es un gran riesgo. Pero el director checo Jirí Menzel lo asumió y el resultado final es este divertido film que de manera inteligente logra indagar en el alma humana.
Yo serví al rey de Inglaterra, cuenta las aventuras de Jan Dite, un joven y ambicioso camarero que sueña con ser rico en una Checoslovaquia que pronto sucumbirá ante el poder de Hitler.
Nuestro héroe no se destaca por su inteligencia pero sí por su tesón. Para estar entre las personas más distinguidas de la sociedad checa decide ofrecerse como camarero en un concurrido bar donde varios burgueses comparten su tiempo libre.
Luego va ascendiendo hasta llegar a pertenecer al servicio de algunos hoteles de lujo, y allí sigue aprendiendo de los ricos. Su plan: hacer fortuna, conocer a una joven de familia acomodada y juntos comprar el mejor hotel de Praga.

Pero algo estaba pasando en Europa y aunque sus pensamientos no se apartaban de su meta, las cosas no iban a resultar tal cual las había programado.
Su protagonista narra la historia en primera persona varios años después de los acontecimientos y mirando hacia atrás podrá reflexionar sobre su vida y las personas que conoció en el camino.

Con algunos recursos del cine mudo que enriquecen su estética, esta realización es, simplemente, imperdible.