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Voto de Ferdydurke:
2
6,6
46.337
Thriller. Intriga
A pesar de que Kevin (James McAvoy) le ha demostrado a su psiquiatra de confianza, la Dra. Fletcher (Betty Buckley), que posee 23 personalidades diferentes, aún queda una por emerger, decidida a dominar a todas las demás. Obligado a raptar a tres chicas adolescentes encabezadas por la decidida y observadora Casey (Anya Taylor-Joy), Kevin lucha por sobrevivir contra todas sus personalidades y la gente que le rodea, a medida que las ... [+]
1 de febrero de 2017
13 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Abusos infantiles, psicópata desmelenado, mujeres en peligro, sótanos, psiquiatras, felonía y villanía en procaz comunidad. Todo el tópico gótico americano como castigo y repetición, hasta la extrema unción.
Buen intento, M. Night. Se trata de manejar todos los clichés otra vez. Como un mago que utiliza viejos trucos y los cambia de orden para que parezcan menos usados. Como un cocinero que se pasa con la sal y el pimentón. Como un ruido que se ha convertido en fondo que nadie escucha y solo molesta sordamente y por un día aumenta la intensidad con el fin de ser oído nuevamente.
Shyamalan estira el chicle, arriesga, inventa, pero no logra descubrir ni iluminar nada, solo busca morbo y espectáculo manido, taquilla y renta, poca cosa, lo de siempre. De ahí su deriva argumental charcutera y manoseada, tan grotesca y grosera. De ahí sus guapas jóvenes en paños menores, la violencia y la locura como recursos facilones, la tensión poco inspirada y el arsenal cinéfilo tan tristón como obvio; su monstruosa bobada.
Se deja llevar y entretiene, más o menos, durante un buen rato, mientras te engañas pensando que quizás no esta vez, que posiblemente la cosa mejore o te sorprenda, por favor. Pero se acumulan los coscorrones y las vergüenzas y ya no hay duda. Mala. Indudable y abusivamente mala.
Buen intento, M. Night. Se trata de manejar todos los clichés otra vez. Como un mago que utiliza viejos trucos y los cambia de orden para que parezcan menos usados. Como un cocinero que se pasa con la sal y el pimentón. Como un ruido que se ha convertido en fondo que nadie escucha y solo molesta sordamente y por un día aumenta la intensidad con el fin de ser oído nuevamente.
Shyamalan estira el chicle, arriesga, inventa, pero no logra descubrir ni iluminar nada, solo busca morbo y espectáculo manido, taquilla y renta, poca cosa, lo de siempre. De ahí su deriva argumental charcutera y manoseada, tan grotesca y grosera. De ahí sus guapas jóvenes en paños menores, la violencia y la locura como recursos facilones, la tensión poco inspirada y el arsenal cinéfilo tan tristón como obvio; su monstruosa bobada.
Se deja llevar y entretiene, más o menos, durante un buen rato, mientras te engañas pensando que quizás no esta vez, que posiblemente la cosa mejore o te sorprenda, por favor. Pero se acumulan los coscorrones y las vergüenzas y ya no hay duda. Mala. Indudable y abusivamente mala.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
¿Somos lo que pensamos que somos? Que más quisiéramos. Somos, en verdad, apenas lo que nos dejan. Y gracias y a pocos. Malamente y renqueando, y ni siquiera. Ni sabemos, hacemos lo que podemos. A veces.
El sufrimiento como conocimiento. El dolor como despertador. ¿Es eso cierto? ¿Debemos ser agonísticos, masoquistas y cultivadores de la pena y el espanto? ¿Es necesario su son, el crujir de dientes y el tormento como fundamento? ¿No sería mejor evitarlo, no es peligroso y nos destruye poco a poco, no vale ya con la vida en su ir y venir, no es suficiente el padecimiento diario sin necesidad de locos y delirios, con su pasar implacable no tenemos bastante, con el paso del tiempo que todo lo pulveriza y nada deja no nos vale? ¿Hemos alentado, dada nuestra estulticia y aburrimiento, la tortura como una de las bellas artes? ¿La culpa, como el resto de desgracias y felicidades, fue del cristianismo y su martirio infinito el origen y/o la consecuencia, esa pena negra que lo cubre todo de malos augurios y dolor de muelas?
No lo sé, quizás, quizás, quizás.
¿Veintitrés personalidades y una bestia? ¿Solo decenas? Qué va, yo diría que son muchas más. Y no hace falta que nadie te putee, que ningún pariente te sodomice ni martirice. Simplemente toma una copichuela o cualquier brevaje al alcance de la mano y espera, ya verás cómo te sale, como manada hambrienta, mucha gente con ganas de hablar dentro de ti. O mejor, escribe, mucho, sin parar. Y lo comprobarás. Tú no eres tú. Sois un millón, como en botellón, o en aluvión, al mogollón. O actúa, o canta. O ve películas. Como yo. Como ellos. Como todos nosotros.
P.D.: No digo yo que no me gustara mucho en su día (hoy no sé qué diría) la recordada "El protegido", vive Dios, pero que ese guiño o punto de partida justifique semejante estropicio....
El sufrimiento como conocimiento. El dolor como despertador. ¿Es eso cierto? ¿Debemos ser agonísticos, masoquistas y cultivadores de la pena y el espanto? ¿Es necesario su son, el crujir de dientes y el tormento como fundamento? ¿No sería mejor evitarlo, no es peligroso y nos destruye poco a poco, no vale ya con la vida en su ir y venir, no es suficiente el padecimiento diario sin necesidad de locos y delirios, con su pasar implacable no tenemos bastante, con el paso del tiempo que todo lo pulveriza y nada deja no nos vale? ¿Hemos alentado, dada nuestra estulticia y aburrimiento, la tortura como una de las bellas artes? ¿La culpa, como el resto de desgracias y felicidades, fue del cristianismo y su martirio infinito el origen y/o la consecuencia, esa pena negra que lo cubre todo de malos augurios y dolor de muelas?
No lo sé, quizás, quizás, quizás.
¿Veintitrés personalidades y una bestia? ¿Solo decenas? Qué va, yo diría que son muchas más. Y no hace falta que nadie te putee, que ningún pariente te sodomice ni martirice. Simplemente toma una copichuela o cualquier brevaje al alcance de la mano y espera, ya verás cómo te sale, como manada hambrienta, mucha gente con ganas de hablar dentro de ti. O mejor, escribe, mucho, sin parar. Y lo comprobarás. Tú no eres tú. Sois un millón, como en botellón, o en aluvión, al mogollón. O actúa, o canta. O ve películas. Como yo. Como ellos. Como todos nosotros.
P.D.: No digo yo que no me gustara mucho en su día (hoy no sé qué diría) la recordada "El protegido", vive Dios, pero que ese guiño o punto de partida justifique semejante estropicio....