Lo explican bien mis compañeros de fatigas, Tom Regan en su exhaustiva, completísima como es habitual, reseña, y Custoway en la suya, tan cachonda y brillante; pero no me puedo resistir, tengo que quejarme yo también (para eso estamos sobre todo), y es que todavía no doy crédito al hecho de que utilizaran un suceso histórico tan conocido y terrible para darle título a una película que nada tiene que ver, que es un ejercicio de estilo barroco, de puro cine negro, referencial, cinéfilo.
Bueno, corramos..., o lo que sea. Con un Porsche rojo a ser posible.
Concentrado de Hitchcock, con "Vértigo" al fondo, más gotas de "El corazón del ángel" (el que busca, su mal escucha) para disimular algo y otro poco de "Cara de ángel" de Preminger para que suene todavía mejor.
Antología del delirio. Retruécano alucinante. Suma de dislates sin remedio, pura acumulación falaz y engorilada. Como un polvorín en las peligrosas manos de un perfecto majadero.
El prólogo ya es explícito (hermosamente mostrenco), anuncia intenciones brutas y desastrosas: coche que cae al abismo desde una altura tremenda y... la mujer un simple rasguño y el hombre... vivito y coleando, tras un millón de vueltas de campana. Ahí estamos.
Después, viene una primera parte, larga, de un tedio concienzudo; se trata de ir dejando pistas para que el espectador más calenturiento se entretenga, o, si no es el caso, para sedarlo, para que así pueda soportar en pie lo que le espera, sin venirse tan abajo, que no es poco.
Una banda sonora repetitiva, malas interpretaciones y un alargamiento innecesario de escenas que, algunas por lo menos, se podían haber eliminado perfectamente y no pasaba nada.
Y llegamos a la traca final, a las sorpresas y el sinfín de explicaciones.