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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
7
Drama Ángel (Ovidi Montllor) es un cazador furtivo que vive en un bosque con su madre (Lola Gaos), una mujer tiránica y violenta. En uno de sus escasos viajes a la ciudad, conoce a Milagros (Alicia Sánchez), una chica que ha huido de un reformatorio y que es la amante de un delincuente llamado El Cuqui. Ángel la protege y la lleva a su casa. La animosidad de la madre hacia Milagros, así como la atracción que Ángel siente hacia ella desembocarán en un drama. (FILMAFFINITY) [+]
27 de septiembre de 2020
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vainica Doble. ¿Gusta, usted? Carne de gamo. Caldereta.
Brutalmente hermosa, rasposa, cruel, salvaje, incluso con algunas escenas de violencia muy desagradable, también honda y poética, un cuento animado, trazado como si fuera un cómic, como se puede ver en la aparición del cuqui, tan cuco, que recuerda casi al coyote, dibujos animados, ahí se menea esta obra, entre el atavismo instintivo que remite a los mitos primeros, a toda la barbarie y sangre originaria, y, por otro lado, cierto aire naíf, kitsch, juguetón, luminoso, inocente, virginal, esperanzador, alegre y hasta bonito; muy oscura y despiadada y muy simpática y refrescante, dame un sol y sombra, un verdadero copazo casi como los de la Gaos o una fanta limón; pero en verdad, finalmente, es todo muy triste y terrible, sórdido, imposible; nadie hace lo que quiere o se sale con la suya, todo es un impedimento, una frustración, una insatisfacción, una gran pena y una verdadera desgracia, María llena eres de gracia, qué poco dura lo bueno, por qué nos lo quitan de las manos cuando más lo estábamos disfrutando.
Recuerda a "Los santos inocentes" con ese gobernador, el director-actor Borau, haciendo de gerifalte egoísta, inútil y tragón, muy mamón, que en su posición se parece a aquel Juan Diego tan siniestro, y Ovidi como Paco el Bajo aquí conocido por el alimañero, las dos Españas, la burocrática, estúpida, parásita, caradura, mediocre, vaga, hipócrita, fofa, llena de gandules y paniaguados, como de Berlanga o Fellini, de la ciudad, versus la de la tierra adentro, primaria, pavorosa, endogámica, incestuosa y tremebunda, como un cuadro del Goya oscuro, pasamos, sin solución de continuidad, de Arniches a Gutiérrez Solana y tiro porque me toca.
El sexo y el amor como bienes escasos y efímeros, acosados por todo tipo de alimañas nefandas. Ella no lo quiere ni lo desea demasiado, pero sí a su modo, favor por favor dice al principio genialmente, claramente lo necesita, debido a la integridad leal y amorosa de él, que se entrega a ella en cuerpo y alma, con todo, a tumba abierta, logícamente, teniendo en cuenta que pasa de retozar con su madre a los arrumacos de esta chica, agradece mucho la diferencia y ella lo sabe y lo nota. Aunque ella en verdad prefiera al ridículo botarate, bandido de bigote, pero no finalmente, ya que se acaba dando cuenta de que con semejante mequetrefe no se puede ir a ninguna parte que no sea de cabeza a la cárcel. Y la pobre Lola Gaos, tan brava y demoníaca, tan realista y fantástica, que lucha por lo suyo, que en público hace la comedia, pero que en privado no perdona, solo tiene a su hijo y no quiere que se lo quiten; esta película sería la antecesora, tan opuesta y española, a "La balada de Narayama" japonesa. Y el bribón gobernador que viene a aprovecharse de vez en cuando aunque algo a cambio les traiga o pague y ayude, hasta una cutre lámpara por ahí aparece, como un dios idiota jugando con sus criaturas, como el cacique del castillo que viene a cobrase el imaginario derecho de pernada cuando se aburre.
Todo está tan intrincadamente relacionado, imbricado y retorcido que no hay posible salida ni escapatoria, ninguna solución o salvación, apunta a bestia tragedia.
Y la narración es cortante, abrupta, directa, esencial, al grano, sin miramientos, cortapisas o tiempos muertos, por eso queda también algo esquemática, en el más puro güito, quizás demasiado, hasta puede llegar a resultar inverosímil en varios momentos de tan escueta, poco explicativa, elíptica y bárbara, ya que todo se sucede a la carrera inevitablemente, unas cosas llevan a otras, en cascada, obligatoriamente; deseo, casamiento, caza, comida, las necesidades primeras que no atienden a razones y quedan al descubierto; hambre especialmente, de todo, de comida, sexo, poder, control, tanto de lo más concreto como de lo simbólico, pobres desgraciados y más poderosos en pugna y relación y colisión, aquí se mezcla con casi mucha prisa todo, se echa a la olla podrida y a yantar se ha dicho, que nadie se queje, que es lo que tiene.
Pero es una pequeña gozada por su verdad abismal mostrada de manera tan lúdicamente espeluznante.
Es como un juego de apariencia infantil, macabro, a vida o muerte, en el que nos muestran cómo los que mandan abusan de la pobre gente que a su vez se mata entre sí porque con las migajas que los otros les dejan no les llega, no es suficiente.
Lucha de clases, destino, azar, amar, violencia, está todo metido dentro en apenas ochenta minutos contados al vuelo. A los de arriba se los satiriza, cachondeo feroz, muy lerdos y muy malos, a los de abajo se los retrata sin compasión, muy brutos y muy necios, naturalismo cabrón.
Lola es increíble, cuánto dolor hay en ese rostro, cuerpo y voz; Ovidi está soberbio como determinado hombre bueno, tan corto y tan largo, tan cerril, vulnerable, kamikaze y tremendo; Alicia lo borda, mezcla de despreocupada espontaneidad y gran lucidez descarnada, aunque la ponen de menor de edad y andaba ya por los veintiséis; y el Cuqui es la risa, tierno, tonto, un gran elemento, que junto al sinvergüenza de Borau forma una interesante pareja, las dos caras de la misma moneda, el cuatrero oficial y el marginal, mucho más simpático el de la calle, qué duda cabe.
Realismo castizo, metafísico, lírico.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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