Rosa. En la montaña. Arriba y abajo.
La fuerza moral del zapatero arrasa con todo, con todos los hombres débiles de su alrededor. Película compleja, bella, potente. Austera y hermosa. Es una narración intensa y una epopeya ética. Sencilla y didáctica en la forma, esencial en su arte, el que escarba la realidad hasta dejarla en el hueso. Blanco y negro poderoso, ese scope portentoso, fotografía dura y sobrias interpretaciones. La grandeza de Kurosawa es equivalente a la de su protagonista, que ya desde el principio (ese comienzo que supone un alarde de puesta en escena, de movimientos de los actores como si fueran bailarines atrapados en un pequeño espacio, interpretando una danza misteriosa y precisa, nada azarosa) demuestra que no es como los demás, tan mediocre y miserable, que él cree en el trabajo bien hecho, en la justicia, en la equidad, en la justa recompensa, en definitiva, en la vida y en la gente, no solo en el dinero y el beneficio inmediato.
Es, también, una gran investigación criminal, que me recordó a "Zodiac", por su minuciosidad y abismo, y a Dostoievski por su final poseído, demoníaco, demencial, incluso a una película japonesa reciente, "El tercer asesinato", en su densidad.
Y hay buenos y malos, el personaje principal, a pesar de todas sus dudas y durezas, es el bien, los rivales empresariales y el secuestrador son el puro mal, pero todos tiene sus razones que quedan perfectamente explicadas.
La policía y los periodistas, las fuerzas vivas de la sociedad, quedan muy bien parados, quizás demasiado, sin aristas ni requiebros, las que sí tienen el chófer, la mujer (niña rica casada con hombre hecho a sí mismo, una relación arquetípica; la fuerza del dinero se alía con la capacidad de trabajo, la voluntad de poder requiere de un impulso económico para poder imponerse) y la mano derecha tan traicionera.
La película es prolija y honesta a carta cabal, rotunda en sus procedimientos narrativos y en su verdad a prueba de bombas.
Quizás, para llegar a mayores, debería haber introducido más quiebras y oscuridades también en los poderes que allí aparecen, no solo en los personajes individuales.
Es impecable, exhaustiva, casi perfecta, aunque yo siempre pida más madera, más mala uva, más turbiedad y vileza.
Esencialidad japonesa mezclada con argumentación criminal occidental.