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Voto de Ferdydurke:
6
6,2
773
Drama
Drama sobre dos familias atrapadas en las restricciones hinduistas. Benarés, la ciudad santa a orillas del Ganges, no tiene compasión con aquellos que no respetan las tradiciones. Deepak, un estudiante de un barrio pobre, se enamora perdidamente de una chica de una casta superior. Devi, una universitaria cuyo comportamiento se sale de lo establecido, intenta superar la desaparición de su primer amante, mientras su padre, Pathak, es ... [+]
13 de septiembre de 2016
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Oxímoron. Sí, esa palabra tan fea. Eso es esta película, uno gigantesco.
Me explico, por si alguno, muy raro, no lo sabe, hay que deleitar enseñando, o para eso aquí nada menos que estamos, para elevar la moral de la tropa y hacer volar el espíritu como una águila bella, oxímoron (ya no la escribo más, no escapéis todavía) es la figura literaria que consiste en utilizar en una misma frase dos términos opuestos, su mirada era fríamente calurosa, por ejemplo, la tuya, lo tengo por seguro.
Ya voy, pues eso: hiel y miel, almíbar y Zanzíbar (rimaba), naíf, kitsch y dulzona a la vez que salvaje, brutal y con un deje de amargura. Y por eso sorprende, y gusta, no lo voy a negar a estas alturas, yo.
Se enreda y desenreda y te lleva de paso al huerto. Te pilla desprevenido a pesar de todo, cuando menos te lo esperas, a pesar de que al de un rato ya sabes el final. Pero antes de llegar a ese puerto conocido, te encandila, hechiza y pone el alma en vilo, patas arriba, con las cuitas amoroso-económicas de estos zagales indios de tanto penar y poco gozar, tan tristes y hermosos.
Y de paso, someramente, asistimos al desafuero y la sordidez allí reinantes, campean a sus anchas, que va desde la policía, abyecta sería quedarse un tanto corto, hasta algún ciudadano anónimo que tal baila. Con una represión sexual que asusta, enoja y causa incomprensión y con, de fondo, el famoso asunto de las castas. Y en primer plano esa quema de los cuerpos, tan bellamente siniestra y sobrecogedora.
De esencia folletinesca, logra tenerte en un ay y ganarte la mano, dar la vuelta al mecanismo gastado del melodrama amoroso con pequeños detalles y riesgos que lo alimentan mientras al mismo tiempo lo desmontan, se crea y destruye a cada instante esta historia tan manida pero tan graciosamente contada.
Te interesa, enerva y sorprende. La verdad es que bien, bastante bien.
Me explico, por si alguno, muy raro, no lo sabe, hay que deleitar enseñando, o para eso aquí nada menos que estamos, para elevar la moral de la tropa y hacer volar el espíritu como una águila bella, oxímoron (ya no la escribo más, no escapéis todavía) es la figura literaria que consiste en utilizar en una misma frase dos términos opuestos, su mirada era fríamente calurosa, por ejemplo, la tuya, lo tengo por seguro.
Ya voy, pues eso: hiel y miel, almíbar y Zanzíbar (rimaba), naíf, kitsch y dulzona a la vez que salvaje, brutal y con un deje de amargura. Y por eso sorprende, y gusta, no lo voy a negar a estas alturas, yo.
Se enreda y desenreda y te lleva de paso al huerto. Te pilla desprevenido a pesar de todo, cuando menos te lo esperas, a pesar de que al de un rato ya sabes el final. Pero antes de llegar a ese puerto conocido, te encandila, hechiza y pone el alma en vilo, patas arriba, con las cuitas amoroso-económicas de estos zagales indios de tanto penar y poco gozar, tan tristes y hermosos.
Y de paso, someramente, asistimos al desafuero y la sordidez allí reinantes, campean a sus anchas, que va desde la policía, abyecta sería quedarse un tanto corto, hasta algún ciudadano anónimo que tal baila. Con una represión sexual que asusta, enoja y causa incomprensión y con, de fondo, el famoso asunto de las castas. Y en primer plano esa quema de los cuerpos, tan bellamente siniestra y sobrecogedora.
De esencia folletinesca, logra tenerte en un ay y ganarte la mano, dar la vuelta al mecanismo gastado del melodrama amoroso con pequeños detalles y riesgos que lo alimentan mientras al mismo tiempo lo desmontan, se crea y destruye a cada instante esta historia tan manida pero tan graciosamente contada.
Te interesa, enerva y sorprende. La verdad es que bien, bastante bien.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
La irrupción inesperada del cadáver de la amada, tras la previa confirmación exaltada de la relación, viento en popa a toda vela que iba, es uno de los cortes más brutales que uno recuerda. Te quedas como el pobre chico, anonadado un rato.
El comienzo, cuando aparecen los polis y cortan de raíz el amor carnal, también, otra incisión cruel, vaya tajo, en el centro de la alegría, aquí física, allí espiritual, en los dos casos una cuchillada implacable y atroz. Inesperadas ambas. Como, narrativamente, la introducción de la segunda historia de enamorados a la mitad del relato, in medias res (quizás estamos más acostumbrados a que eso se haga desde un buen principio, a que las dos vías corran paralelas, no este encabalgamiento- otro recurso literario muy poético- inopinado).
Y tanto tremendismo propio de tragedias para acabar en pastel, anunciado, querido, inevitable, con la Barbie y el Ken indios tan guapos (pero qué guapos los dos, por Dios), buenos y de inteligencia probada que indudablemente merecían todo lo más bueno después de haber padecido tanta ignominia, injusticia y atropello, ese final tan abierto y esperanzador (qué bonito, ni en sánscrito), partiendo en el crepúsculo y el río.
Fabuloso final para una desconcertante y gozosa película. Dulce y melancólica, asediada por la muerte y el espanto, pero finalmente un canto a la vida amada, a los cuerpos, los colores y el derramarse del tiempo suavemente sobre nosotros...
El comienzo, cuando aparecen los polis y cortan de raíz el amor carnal, también, otra incisión cruel, vaya tajo, en el centro de la alegría, aquí física, allí espiritual, en los dos casos una cuchillada implacable y atroz. Inesperadas ambas. Como, narrativamente, la introducción de la segunda historia de enamorados a la mitad del relato, in medias res (quizás estamos más acostumbrados a que eso se haga desde un buen principio, a que las dos vías corran paralelas, no este encabalgamiento- otro recurso literario muy poético- inopinado).
Y tanto tremendismo propio de tragedias para acabar en pastel, anunciado, querido, inevitable, con la Barbie y el Ken indios tan guapos (pero qué guapos los dos, por Dios), buenos y de inteligencia probada que indudablemente merecían todo lo más bueno después de haber padecido tanta ignominia, injusticia y atropello, ese final tan abierto y esperanzador (qué bonito, ni en sánscrito), partiendo en el crepúsculo y el río.
Fabuloso final para una desconcertante y gozosa película. Dulce y melancólica, asediada por la muerte y el espanto, pero finalmente un canto a la vida amada, a los cuerpos, los colores y el derramarse del tiempo suavemente sobre nosotros...