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Voto de Ferdydurke:
6
5,9
4.690
Comedia
La familia Goodfellow vive en Little Wallop. Walter (Rowan Atkinson), el reverendo, está obsesionado con el sermón perfecto y no ha notado que su mujer, Gloria (Kristin Scott Thomas), tiene una aventura con su profesor de golf (Patrick Swayze), que su hija cambia de novio todas las semanas y que su hijo es el objetivo de todos los matones del colegio. Gloria tiene la impresión de que está perdiendo el control sobre su vida y reza todas ... [+]
27 de mayo de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Simpática comedia inglesa salvada en el tiempo de descuento por el humor negro. Anclados estábamos en tonterías amables con un Atkinson perezosamente apático, sin malicia; a solas con la estupenda, virtuosa y elegante Thomas. Pero aparece la gran dama inglesa Maggie Smith y la cosa mejora; lo suficiente, sin entusiasmarnos, para entretener con cierta gracia e inteligencia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Se puede ver como una versión edulcorada, que por supuesto no lo es, de aquella película francesa más turbia y conseguida, "Harry, un amigo que os quiere".
Y nos podemos quedar con la soñada "familia perfecta" que tanto desea la "ama de llaves" que, como bien sabe, solo es posible conseguirla dejando un reguero de cadáveres por medio, a fuerza de ejecuciones sumarias (alevosas y nocturnas); si no, siempre habrá algún pelma, o algún "bichito persistente", dispuesto a impedirlo.
Lo dicho, amenazaba con espanto sensiblero, hada madrina insoportable y conservadurismo borrego, y solo con un poquito de cachondeo necrófilo salvamos la función por los pelos... negros (del árbitro, cual cuervo de mal agüero); de penalti injusto y en el último minuto, cuando la afición ya abandonaba el estadio no tan resignada, más bien con ansias asesinas.
Y nos podemos quedar con la soñada "familia perfecta" que tanto desea la "ama de llaves" que, como bien sabe, solo es posible conseguirla dejando un reguero de cadáveres por medio, a fuerza de ejecuciones sumarias (alevosas y nocturnas); si no, siempre habrá algún pelma, o algún "bichito persistente", dispuesto a impedirlo.
Lo dicho, amenazaba con espanto sensiblero, hada madrina insoportable y conservadurismo borrego, y solo con un poquito de cachondeo necrófilo salvamos la función por los pelos... negros (del árbitro, cual cuervo de mal agüero); de penalti injusto y en el último minuto, cuando la afición ya abandonaba el estadio no tan resignada, más bien con ansias asesinas.