La Gran Vida en Cabo Cañaveral.
Tal para cual. Menuda pareja. Vaya par de trepas tan siniestros y sin escrúpulos, vergüenza, dignidad, orgullo o amor propio ninguno, para echar a correr. No solo se dejan el alma, el cerebro, el tiempo y la vida entera en oficios espeluznantes, inhumanos, en fin, es muy penoso, pero de algo hay que vivir/comer, a fin de mes, vale, pero no se conforman solo con ese horror, se ve que no les parece suficiente degradación, sino que además hacen horas extra, fuera del trabajo se venden también a granel, esta vez por amor al arte y ansia viva, a mansalva, por pura corrupción moral, acanallados, agusanados, lacayunos y serviles, señor, sí, señor, lo que diga el amo, ponen la alfombra, no tienen medida.
Pavoroso panorama. La compañía de seguros es en verdad un gigantesco y ominoso, monstruoso burdel, probablemente el más grande del mundo, en el que los jefes, atroces, se follan a las subalternas, sumisas, por turnos, sufriendo ellas mucho cuando son sustituidas por otras más frescas, lógicamente, a todo el mundo le gusta ser la elegida y duradera, no efímera y prescindible, no importa tanto si es prostituida, con la ayuda, colaboracionismo nazi, participación necesaria, o como mucho silencio permisivo, de los de en medio. Y todos se prestan. Ellos y ellas, y si me apuras elles, hasta el apuntador lo celebra. Fiesta mayor. Corridas generales. Nadie se salva. La explotación abismal como jolgorio todo el puñetero día.
La historia es, por tanto, por todo ello, infinitamente triste y desagradable y desoladora y deprimente, horriblemente sórdida y cínica y feroz. Dan muchas ganas de llorar, es un espectáculo demasiado horroroso, horripilante, como arrancarse el pelo con los dientes.
Una visión de la condición humana despiadada e implacable. El que lo cuenta nos odia y desprecia, y seguramente tenga razón, sus motivos bien fundados, su trabajo de campo, no seré yo quien le juzgue a él, dios me libre.
(Spoiler)
Algunas cosas jugosas:
- Oye, jefe mío, cariñito, qué pasa, ascensorista del alma, nada, que no me creo nada de lo que me cuentas, tú en realidad no te quieres divorciar de tu santa, me estás engañando malamente, solo quieres sexo y si te he visto no me acuerdo y yo sin embargo te quiero, sé que solo soy una más en tu infinita lista de conquistas, fue de verano un flirteo y ya pasó, ya no puedo más, siempre se repite la misma historia, estoy harta de rodar como una noria, siempre me voy a enamorar de quien de mí no se enamora, pero no te lo reprocho, la pasamos bien, la vida es ansí, tempus fugit, ahora es tiempo nuevo, no creas que me has timado, por quién me has tomado, no soy tan tonta, lo tengo perfectamente comprendido y asumido, pues debo reconocer que tienes toda la razón, cordera mía, pero es que ahora es muy diferente, estoy hablando con mi abogado sobre el divorcio en este mismo momento, haciendo todo el aburrido papeleo, esperando ansioso su definitiva llamada que todo lo resuelva, calla, amor, no digas más, me has vuelto a convencer, ahora entiendo que me quieres de verdad, dónde y cuándo volvemos a follar que no me puedo aguantar, el sentimiento está a rebosar y me va explotar.
- Tengo muy mala suerte con el amor, siempre me enamoro del hombre equivocado y por eso mi alma llora, vivir así es morir de amor, tengo el alma herida, por amor no quiero más vida que su vida, melancolía, soy su amiga, mendiga de sus besos, el caso es que primero caí rendida en un cementerio con un chicuelo, después fue un estafador director de banco y ahora me ha tocado este jefe chusquero, ni uno bueno, hay que ver que puntería, después de un invierno malo, una mala primavera, sin saber cómo ha venido, te ha cogido la tormenta, dime por qué estás buscando una lágrima en la arena, pues eso, que es todo muy triste, soy una desgraciada, no sé, a mí, por ejemplo, me gustaría enamorarme de miserables idiotas como tú, pobres desgraciados que no tienen donde caerse muertos, de esos, Lemoncito tierno, pero, casualmente, por puta mala suerte, no hay maldita sea la manera, mira que lo intento y todas las noches rezo y me pongo todos los días a ello, malvado corazón de melón, venus salida del mar, del negro de un mejillón, son tus ojos en su punto de sal, sabor de amor, pulpa de la fruta de la pasión.
- Tú te acabas de intentar suicidar, pero te digo la verdad, a mí lo que realmente me preocupa es que nadie se entere de esto, no vaya a ser que impliquen a nuestro amado líder, que en realidad, como bien sabes y te demuestra siempre, aunque disimule un poco por timidez, te quiere tanto, claro que sí, esa es mi intuición desde el primer día, que me sigue amando y lo que pasa es que tiene miedo de dejar a su pobre mujer en la estacada, por eso no da el paso de lanzarse a mis brazos de una vez por todas.
- Yo soy una mierda, no valgo nada, un oficinista pelagatos, pues yo lo soy más, un sube y baja todo el día en el ascensor para nada, siempre me traiciona la razón y me domina el corazón. Los dos somos una mierda, no valemos nada, así todo el rato para consolarnos y flagelarnos, a ratos alternos.
- Mira, querida, yo ya he trepado a un piso mucho más alto y tú por fin has pescado al jefazo soñado, hemos conseguido todo lo que queríamos, el esfuerzo se premia. Qué maravilla.
- En resumen digo lo siguiente: yo me dejo la salud y la alegría por ascender, tú te lías con los tipos más desaprensivos y bajunos por..., después te intentas matar y yo muriéndome de angustia, atribuyéndome todas las culpas y pagando todos los precios, por salvar a mi querido esclavista, y así todo el tiempo, un día tras otro..., ¿es así, no?