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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
4
Drama. Thriller Historia de dos gemelos idénticos, el encantador Elliot y el introvertido Beverly. Son las caras opuestas de una misma personalidad: comparten las mismas costumbres, el mismo apartamento y la misma mujer. Pero, cuando entra en sus vidas una mujer especial, el vínculo que une a los gemelos, se ve, por primera vez, amenazado. Y esta amenaza se traduce en el descenso a un abismo de perversión, drogas y locura. (FILMAFFINITY)
15 de febrero de 2014
39 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buenas ideas mal desarrolladas.
Los siameses están unidos físicamente, en esta historia la unión-dependencia es psicológico-afectiva solamente. Tenemos a dos gemelos; ginecólogos brillantes, solteros, que viven juntos y que son "felices". Se compensan y complementan perfectamente; el desenfado, la seguridad en sí mismo y un cierto cinismo de Elliot son el reverso de la vulnerabilidad, timidez y bondad de Beverly. Están sanos, no tienen problemas y el futuro profesional es fabuloso. Todo va bien hasta que aparece... "la mujer" (lo femenino -el sexo- como desencadenante, una vez más, de la tragedia, la caída, la destrucción y el caos). Se rompe el equilibrio, la unión indestructible e incuestionable se resquebraja, aparecen las dudas, los miedos y el dolor; a pesar de ser adultos y triunfadores, no han madurado y son incapaces de asimilar el "amor" y su inevitable consecuencia, la vida independiente, plena y "real". Se habían creado un mundo a su medida en paralelo al mundo de los demás, el de verdad, vivían un engaño (se engañaban a sí mismos) forzado y artificial que tarde o temprano tenía que venirse abajo (todos los intentos de huir de la realidad son esfuerzos titánicos muy frágiles ante los embates del exterior -el amor sería un gran pulverizador/desenmascarador de cobardías y falsedades). Esta primera parte es muy interesante y eficaz, está bien planteada la historia en unos pocos trazos certeros y precisos. A partir de ahí vienen los problemas: se pasa a la vorágine autodestructiva sin desarrollo, explicación ni sentido; nos encontramos con una espiral enloquecedora y enfermiza porque sí, no se muestra el proceso, solo vemos el resultado, se pasa de la normalidad a la locura en un instante; no son creíbles las reacciones de los personajes; no se pueden entender comportamientos tan exagerados en tan poco tiempo y por tan poco motivo.
Historia pesadillesca, tortuosa y desquiciada en la que importa la creación de una atmósfera malsana, la consecuencia degradada, no la historia bien construida o los personajes sólidos, estos son meras marionetas utilizadas en un show sensacionalista, agobiante y desolador.
Hay talento para el horror, no para la narración. Buen poeta de lo enfermo, mal contador de historias. Hay una gran sensibilidad para lo esquinado y angustioso, nula capacidad para reflejar lo humano en su vertiente más cotidiana. Se apuesta por un romanticismo oscuro y solemne, se desprecian el escepticismo y el humor. Triunfa, en definitiva, lo trágico, rápidamente se apodera de la historia y devora a los personajes; es, en cierto modo, una mirada directa, entre exaltada y espantada, voluptuosa y horrorizada, a la muerte; entendida como una presencia constante, ominosa y amenazadora, una especie de carcoma que lo pudre todo y ante la que solo cabe el asombro y la contemplación extática.
Esta historia entronca con la ciencia ficción más pesimista, filosófica y abstracta; hay un acercamiento a lo tecnológico (médico/quirúrgico en este caso), a lo mutante y deshumanizado; un futurismo negro en el que se asocia el avance científico, el progreso y el triunfo de la razón con lo monstruoso, abyecto y desviado. Hay admiración y hay temor. Cronenberg intenta extraer/sublimar de ese "género" literario la esencia y evitar el tópico más utilitario. Se aprecia, también, un gusto por la pintura abstracta, el minimalismo y la escultura. Casi parece más un artista de museo y exposiciones que un clásico contador de historias.
Fabuloso Irons, a su elegancia, sobriedad y belleza naturales añade sensibilidad, miedo y dolor. Bujold enriquece un personaje más pequeño, que es utilizado como propiciador para ser posteriormente abandonado, no interesa su matización, solo importa como arquetipo y excusa.
El resultado es contradictorio y desproporcionado; un cuento de terror simplón y efectista que aburre, decepciona y cansa, y, a ratos, un ejercicio de estilo fascinante, perturbador y sugerente. Falla como historia, acierta como vislumbre, como ejercicio poético-patológico (esquizofrénico-paranoico).
Ferdydurke
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