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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
8
Drama. Romance Alexandre es un joven burgués cínico y egoísta que vive en París. Se encuentra en un fase nihilista de su existencia: no estudia, no trabaja y apenas se interesa por los libros o por la música. Lo único que le interesa son las mujeres y, además, vive a su costa. Poco a poco va formando con Marie y Veronique, a pesar de la inicial resistencia de ambas, un atípico 'menage à trois', que, para él, es absolutamente satisfactorio porque ... [+]
16 de diciembre de 2014
25 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
París y un trío. Léaud (Alexandre) entre dos mujeres. Una exploración abismal al fondo del deseo y el vacío. Diálogos y más diálogos. En la cama y en los cafés. Antes y después del sexo. Con algún monólogo muy brillante (casi todos del chico) y silencios bellos y dolorosos. Franqueza, pedantería (discursiva) y tono sombrío.
Es el retrato de un hombre al margen, un diletante, un bohemio, un vago y un mantenido. Ha renunciado a todo y solo se dedica al amor. Ellas son las dos caras de la misma moneda, del mismo espejo en el que él contempla su fracaso y desolación. Ellas le sostienen y le zarandean. Él las entiende y las daña. La primera (Marie) es el refugio paciente, la costumbre que arropa y consuela, la segunda (Verónica) es la inercia curiosa, el entusiasmo forzado y necesario. Marie tiene tienda y casa, Verónica es una enfermera, inmigrante polaca que vive interna, sola, que encuentra en el sexo la forma de comunicarse. Las dos padecen la trampa (su callejón sin salida vital) de Alexandre; ser superfluo y desolado, sensible e inútil. Jóvenes y ya muy viejos. Él se deja llevar (a ninguna parte), pone empeño ante la falta de casualidades. Una displicencia ausente, fatalista. Su sinceridad radical es la prueba de su claudicación.
Una mirada triste sobre la vida; el mecanicismo frío y sórdido de "los hombres de la calle", los normales, frente al sinsentido cínico y desgarrado de los que están al otro lado.
Película agónica, moribunda y exangüe. Muy bella en su minucioso goteo fúnebre, en su decadencia amanerada y austera, cansada. Todo "huele" a auténtico y real; a invención dolida; a una rebelión apagada ante el triste espectáculo de vivir. Es la antesala de la tragedia. Cuando ya no queda nada y solo tenemos "relaciones de mierda". Cuando trabajar parece algo incomprensible y el aburrimiento consciente es el único criterio. Cuando el dinero no importa, el sexo tampoco, ni la amistad, ni la familia, nada importa. Es el final del camino. Del que se intenta engañar por última vez (esas absurdas proposiciones de matrimonio), antes del fin.
El alcohol y el tabaco omnipresentes. La música constante. Y ciertos homenajes al cine. La cámara suavemente delicada y precisa, de amateur apasionado. El blanco y negro majestuoso y cruel.
La demostración de que con nada se puede crear un universo muy reconocible y cercano, y muy extraño y personal a la vez. Suena a muchas películas y directores que aparecieron después y es, al mismo tiempo, la culminación de la "nouvelle vague" y el existencialismo en el cine (se ríen de Sartre). Falta humor (no ha lugar). Enfermizamente exacta. Muy luminosa y muy oscura. Tantos años después se mantiene en pie, épicamente; como una obra visionaria y salvajemente sincera.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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