Carnaval abismal, ansias pandilleras y maratón infernal. O lo que es lo mismo: necesitas virtudes interpretativas (mimo, payaso o feriante vendría bien), capacidades atléticas (resistencia, velocidad y flexibilidad) y ganas de guerrear a muerte, si lo que quieres es estar en la pomada, en pleno corazón noctámbulo y tan neoyorquino.
Comienza con asamblea constitucional y libertaria, con líder revolucionario y juvenil arengando a las masas, entre Cristo, el Che y un Pantera Negra, violando cerebros, gustándose. Pero claro, esto es América y aman los magnicidios. Con esa muerte se iniciará todo: la huida y la persecución.
Recorrida por una ingenuidad naíf y por una violencia cutre, es una rica aproximación, coyuntural también (muy resacosa y setentera), a la aventura lozana de toda la vida; una mezcla de "West Side Story" con la "Anábasis" y las pelis de justicieros (dame un disfraz uniformado y moveré el mundo). Une la poesía pulp con el costumbrismo épico. Recurre a los mitos primeros con acierto, a la epopeya bélica de siempre; a la muerte, el amor y el sexo; al destino y el valor; a la traición, la mentira, la amistad y el horror. Y lo hace con la frescura y el garbo del cine más bizarro y virginal. El resultado es tan simpático como entretenido; brillante y animoso. Una gozada.