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Voto de Ferdydurke:
6
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Drama
Theo acaba de nacer. Después de dar a luz, su madre biológica le entrega a un programa de adopción. Los servicios de adopción deben encontrar entonces a la que se convertirá en su madre adoptiva. En el otro extremo, Alice (Élodie Bouchez), de 41 años, lleva casi diez años luchando por ser madre. Un grupo de profesionales trabajará para que Theo y Alice puedan reunirse. (FILMAFFINITY)
27 de febrero de 2022
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Deberíamos ser todos franceses. Y adoptados. Nos lo merecemos. Es imposible recibir más atención, preocupación, cuidado y amor. Mucho más que en una guerra mundial o en la preparación de unos juegos olímpicos, dónde va a parar, mil personas solo para ti, dedicadas las veinticuatro horas del día a tu delicado examen, los mejores cerebros de nuestra generación. Así nada puede salir mal. De ninguna manera. Imposible.
El rigor documetalista unido al coro de voces socrático y el contrapunto sentimental que da vida a cada uno de los personajes en escena o cuestión, una amalgama rica y variada, interesante y entretenida, y hasta se muestra algún pequeño conflicto, crisis o disputa (todo queda en nada, agua de borrajas, falsa alarma, to er mundo é güeno, la sangre nunca llega al río y el bebé es un pimpollo) o deseo inopinado para darle emoción e intríngulis, la salsa necesaria del tinglado o guiso, ese aliño, al asunto del infante.
Una dulzura deliciosa y preciosa. Una especie de investigación o seguimiento de los primeros pasos de un bebé abandonado.
Todo sea por el niño.
El rigor documetalista unido al coro de voces socrático y el contrapunto sentimental que da vida a cada uno de los personajes en escena o cuestión, una amalgama rica y variada, interesante y entretenida, y hasta se muestra algún pequeño conflicto, crisis o disputa (todo queda en nada, agua de borrajas, falsa alarma, to er mundo é güeno, la sangre nunca llega al río y el bebé es un pimpollo) o deseo inopinado para darle emoción e intríngulis, la salsa necesaria del tinglado o guiso, ese aliño, al asunto del infante.
Una dulzura deliciosa y preciosa. Una especie de investigación o seguimiento de los primeros pasos de un bebé abandonado.
Todo sea por el niño.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Son obvios por conmovedores y hermosos los momentos más felices, cuando la madre definitiva se queda a solas con el crío en el lugar neutro de encuentro y especialmente al final, qué gran felicidad.
Pero yo me quedaría con otro momento más inadvertido y gracioso o de cómo debería ser un matrimonio perfecto; o dícese del marido que le cuenta a su amada esposa que deja el trabajo, que de hecho ya lo ha dejado porque ya no puede más con su vida, que está muy deprimido, y esta le escucha mientras de ropa se cambia, de aquella manera, hasta que le comenta con toda la suavidad del mundo que no, que nones, que por ahí no pasa, que cuando no hace nada pierde todo el encanto, engorda, ya no lo desea, que donde dije digo digo diego, que cambie de opinión inmediatamente y que vuelva a las andadas, al tajo, al curro, más aquí no se hable, paz y después gloria. Él calla y, se supone, asiente. Al día siguiente está en su puesto de trabajo con energías renovadas, a toque de pito, qué duda cabe, donde manda capitán no manda marinero y vagos en mi casa yo no quiero.
Película francesa que mira/atiende/expone y no juzga (ni a la real madre ni a nadie, solo miramos por la criatura), que quiere a sus personajes, que ama la vida a pesar de todos los errores/horrores, luminosa y sin caer en bajezas de ningún tipo.
Bien, qué más se puede añadir/pedir.
Esto: la declaración de amor al asistente familiar tan genial y el ofrecimiento sexual al ex marido también están muy bien, sentido del humor mediante, por parte de ese estupendo personaje, igual que me gusta la enfermera negra tan guapa y dulce y los seis meses que le da Elodie Bouchez (que hace aquí el mismo trabajo que la protagonista de aquella película fallida japonesa Hacia la luz y es o era, sí, la de, por ejemplo, Los juncos salvajes o La vida soñada de los ángeles) a su actor favorito al que ya había echado el ojo hace un rato largo (aquí ellas eligen y organizan, dirigen el cotarro, son mayoría, tienen el control y el poder, lo tienen claro, mano de miel y hierro). Y también es bueno que dejen constancia del detalle o baño de realismo que se plasma en cómo primero le ofrecen el recién nacido a la pareja, no a ella que fue en verdad el segundo plato. Quizás los padres que optan a la adopción sean los que quedan peor parados, dan un poco más de grima, histéricos, crispados, en falso o fuera de juego, siempre a punto de estallar o romperse.
Pero yo me quedaría con otro momento más inadvertido y gracioso o de cómo debería ser un matrimonio perfecto; o dícese del marido que le cuenta a su amada esposa que deja el trabajo, que de hecho ya lo ha dejado porque ya no puede más con su vida, que está muy deprimido, y esta le escucha mientras de ropa se cambia, de aquella manera, hasta que le comenta con toda la suavidad del mundo que no, que nones, que por ahí no pasa, que cuando no hace nada pierde todo el encanto, engorda, ya no lo desea, que donde dije digo digo diego, que cambie de opinión inmediatamente y que vuelva a las andadas, al tajo, al curro, más aquí no se hable, paz y después gloria. Él calla y, se supone, asiente. Al día siguiente está en su puesto de trabajo con energías renovadas, a toque de pito, qué duda cabe, donde manda capitán no manda marinero y vagos en mi casa yo no quiero.
Película francesa que mira/atiende/expone y no juzga (ni a la real madre ni a nadie, solo miramos por la criatura), que quiere a sus personajes, que ama la vida a pesar de todos los errores/horrores, luminosa y sin caer en bajezas de ningún tipo.
Bien, qué más se puede añadir/pedir.
Esto: la declaración de amor al asistente familiar tan genial y el ofrecimiento sexual al ex marido también están muy bien, sentido del humor mediante, por parte de ese estupendo personaje, igual que me gusta la enfermera negra tan guapa y dulce y los seis meses que le da Elodie Bouchez (que hace aquí el mismo trabajo que la protagonista de aquella película fallida japonesa Hacia la luz y es o era, sí, la de, por ejemplo, Los juncos salvajes o La vida soñada de los ángeles) a su actor favorito al que ya había echado el ojo hace un rato largo (aquí ellas eligen y organizan, dirigen el cotarro, son mayoría, tienen el control y el poder, lo tienen claro, mano de miel y hierro). Y también es bueno que dejen constancia del detalle o baño de realismo que se plasma en cómo primero le ofrecen el recién nacido a la pareja, no a ella que fue en verdad el segundo plato. Quizás los padres que optan a la adopción sean los que quedan peor parados, dan un poco más de grima, histéricos, crispados, en falso o fuera de juego, siempre a punto de estallar o romperse.