El puto amo este Calparsoro. Ha hecho una película como Dios manda; con coches, carreras y polvos, y más carreras, y argentinos (reivindicamos malos hispanos) y hasta algún puñetazo oye.
Hasta los huevos de Coixets, Leones de Aranoa, Bollaínes y demás predicadores. Por fin un gamberro comercial haciendo una peli descerebrada y molonamente hueca. ¡Viva lo superficial!
Chapeau al guiño-autohomenaje a otra maravilla de la casa, la recordada "Asfalto". En esta última vuelve a jugar con un trío (qué pena que no le saque más jugo a los celos y tensiones).
Le pongo la pega del desbarrancamiento de los últimos veinte minutos (lo del malo maloso ya es demasiado). Menos mal que lo arregla con un final en todo lo alto.
Aquí el director demuestra que sí, "sí se puede" hacer algo así en España y no morirnos de vergüenza.
Genial Adriana Ugarte y correctos los chicos.