Destino. La banalidad del mal.
El sueño húmedo de cualquier modistilla, pelagatas o pelandusca, pelafustán, a mojar la raja, si yo fuera rico, amor y lujo, publirreportaje, el Hola, parodia, quién pudiera, gozadera, vestir bien, tener tanta pasta, envidia, ir a Saint-Moritz, esquiar, o tanto glamour, ea, que no se nos note el pelo de la dehesa.
La trepa desaforada y el calzonazos pasmado o la zorra y el cabrón o la rana que se convirtió en príncipe destronado porque era una calabaza o cuidado con las mosquitas muertas masculinas que son las peores o en sangre gastada vampira Jagger Báthory es necesario que entre fuerza nueva bruta bestia para que la renueve remueva.
La cazadora fue cazada, Diana, V, y al final mató a la presa que ya estaba muerta de pura nada, anemia idiocia.
Fin de saga o raza, hasta aquí hemos llegado, estiramos la pata, la espichamos, a tomar por culo las bicicletas, toda experiencia es jodienda, amargura, mierda, retrato de un grupo de tarados y lerdos, de inútiles e ineptos, de incompetentes, vagos, parásitos y liendres, de perfectos imbéciles. Y la otra, la fuerza cazurra del pueblo, la paleta o analfabeta, la que no lee, le aburre, la que se deja engañar por la tarotista hampona, milagro en Milán, dios las pare o cría y ellas se frotan, a la fuerza se ahorcan.
Película hortera y chorra y chabacana que denuncia o hace análisis clínico tragicómico de la fatuidad frivolidad y la estupidez y la degradación degeneración de una estirpe venida a menos o nada a través de la fatuidad frivolidad y la estupidez y la degradación degeneración, queda empatada, su forma es su fondo, su cara es su espejo, sus trabajadores o actores son los seres reales, no hablan de los Gucci, hablan de sí mismos, de los creadores o artesanos, de ese lumpen tan caro, del cine, de Occidente, de la industria, del mundo, del alma, de América, de Europa vendida.
Película hecha para el lucimiento de ella, de su vulgaridad, Picasso, de su bestialidad, y no lo hace mal, no interpreta, se mira, tampoco para óscar, o sí, justo para eso, premio de la academia, no se puede llegar más lejos ni caer más bajo, cero cero y por penaltis nos clasificamos en la trastienda. Rodeada de monstruos o cadáveres, el ansia, ambulantes, de Pacino o Irons, de Leto, de Hayek. Con una banda sonora espantosa esa mezcla de mal gusto churrigueresca kitsch grandes hits naíf que masacra o exagera la nota de lo histriónico libidinoso baboso mama mansa moda morosa delicuescente disipada depravada.
Obra sonajero lerele cencerro con nada por dentro y nada por fuera, su envoltorio vacío es su alma de porcelana hojalata o al contrario, un perfecto estudio del mundo y sus gentes, de la sin sustancia de todas las cosas, actos y valores, deseos, rezos, aspiraciones, esfuerzos, desvelos, amores, pecados, miedos, costumbres, modos, renuncias, disputas, herencias, ancestros, de las personas y los personajes, de sus ridículas vidas, grotescas capacidades y nulas inteligencias.