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Voto de Ferdydurke:
6
7,4
6.635
Drama
Roslyn Tabor (Marilyn Monroe), una joven que llega a Reno (Nevada) para divorciarse, conoce a un viejo vaquero (Clark Gable) y decide quedarse unos días en su cabaña. Poco después, él encuentra en las montañas una manada de caballos salvajes y decide capturarlos para vender la carne, contando con la ayuda de un vaquero especialista en rodeos (Montgomery Clift). (FILMAFFINITY)
11 de septiembre de 2020
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos nos estamos muriendo todo el rato. Caballos salvajes. Carne para perros. Actores. Sois cadáveres.
Vaya fauna. Ni uno bueno. El único que vale algo, Eli, es maltratado y despreciado a cada poco, expoliado y orillado.
El resto son una mezcla abominable de locura, vagancia y queja.
Ella es completamente insoportable; inútil y parásita de pasado cabaretero con danza interpretativa, sic, de por medio, ¿hablamos de un eufemismo o tiene remedio? Clark es un acabado y ridículo patán de pueblo que para echar una última cana al aire del peor modo se arrastra, del ridículo a la pena y vuelta a la vergüenza. Y el pobre Monty, hecho un cisco, recibiendo palos y empellones sin descanso, lleno de vendas cubierto y comiendo mucho suelo, como una momia de rodeo, entre la risa y la tragedia, elige la opereta.
Eli es el único que sabe hacer algo, que trabaja como dios manda, que arriesga, hasta la vida con la avioneta, que tiene casa, que crea, que produce, que sabe bailar, que piensa, que se la juega. El resto le chupa la sangre y además no se lo agradece, malnacidos, mala gente, ni la chica le premia siquiera con un regocijante beso o arrumaco.
Se tenía que haber ido con Telma, mucho más mujer pese a su querencia, de ese pie cojea la manca de Nevada, tan espirituosa, mil veces mejor que la Marilina aquí tan horrorosa y lastimosa, poniendo siempre palos en las ruedas, urbanita prototípica que dice amar el campo y la naturaleza, pero que luego ni el zumbido de una mosca aguanta, todo le molesta a la señora, siempre llorando, haciendo la vida imposible a todos con la excusa de que es muy sensible, claro, tiene hermosos sentimientos, por encima de todo, los suyos, que hay que proteger, contemplar y admirar, no se nos vaya a enfadar o coger un berrinche de bebé, la nena, y con la certeza absoluta, aunque se haga la despistada o tonta, de que su cuerpo serrano le permite cualquier cosa, puerta de entrada para cualquier barrabasada que todos los machos en celo de su alrededor celebrarán como si fuera una gozada, en resumen, es el epítome de todos los males más perniciosos del mundo, la irracionalidad, el sentimentalismo, la incompetencia, la pereza, la manipulación, el parasitismo, el desequilibrio, el victimismo... , una alhaja, vaya.
La película es desoladora, habla de la derrota abismal, del fracaso abisal, de todo el dolor humano, del espanto cotidiano, del alcohol sin freno, del fin de los tiempos, de la extinción de una forma de vida, de lo que supone vivir del cuento, del precio tan alto que se paga por ello.
Está bien, a pesar de que tiene algunos cortes o cambios bruscos de tono o escena y de que tratan de salvar el tipo con algún truco o trampa sobre todo a última hora.
Vaya fauna. Ni uno bueno. El único que vale algo, Eli, es maltratado y despreciado a cada poco, expoliado y orillado.
El resto son una mezcla abominable de locura, vagancia y queja.
Ella es completamente insoportable; inútil y parásita de pasado cabaretero con danza interpretativa, sic, de por medio, ¿hablamos de un eufemismo o tiene remedio? Clark es un acabado y ridículo patán de pueblo que para echar una última cana al aire del peor modo se arrastra, del ridículo a la pena y vuelta a la vergüenza. Y el pobre Monty, hecho un cisco, recibiendo palos y empellones sin descanso, lleno de vendas cubierto y comiendo mucho suelo, como una momia de rodeo, entre la risa y la tragedia, elige la opereta.
Eli es el único que sabe hacer algo, que trabaja como dios manda, que arriesga, hasta la vida con la avioneta, que tiene casa, que crea, que produce, que sabe bailar, que piensa, que se la juega. El resto le chupa la sangre y además no se lo agradece, malnacidos, mala gente, ni la chica le premia siquiera con un regocijante beso o arrumaco.
Se tenía que haber ido con Telma, mucho más mujer pese a su querencia, de ese pie cojea la manca de Nevada, tan espirituosa, mil veces mejor que la Marilina aquí tan horrorosa y lastimosa, poniendo siempre palos en las ruedas, urbanita prototípica que dice amar el campo y la naturaleza, pero que luego ni el zumbido de una mosca aguanta, todo le molesta a la señora, siempre llorando, haciendo la vida imposible a todos con la excusa de que es muy sensible, claro, tiene hermosos sentimientos, por encima de todo, los suyos, que hay que proteger, contemplar y admirar, no se nos vaya a enfadar o coger un berrinche de bebé, la nena, y con la certeza absoluta, aunque se haga la despistada o tonta, de que su cuerpo serrano le permite cualquier cosa, puerta de entrada para cualquier barrabasada que todos los machos en celo de su alrededor celebrarán como si fuera una gozada, en resumen, es el epítome de todos los males más perniciosos del mundo, la irracionalidad, el sentimentalismo, la incompetencia, la pereza, la manipulación, el parasitismo, el desequilibrio, el victimismo... , una alhaja, vaya.
La película es desoladora, habla de la derrota abismal, del fracaso abisal, de todo el dolor humano, del espanto cotidiano, del alcohol sin freno, del fin de los tiempos, de la extinción de una forma de vida, de lo que supone vivir del cuento, del precio tan alto que se paga por ello.
Está bien, a pesar de que tiene algunos cortes o cambios bruscos de tono o escena y de que tratan de salvar el tipo con algún truco o trampa sobre todo a última hora.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Final feliz. Los dos vivirán en la casa de Eli, gratis, sin hacer nada, claro, sin cazar ni recolectar, hay que proteger el ecosistema, a los conejos y las lechugas muy especialmente, comerán, por lo tanto, de lo que Eli compre en Reno y les traiga cada día con su avioneta, gratis, creo, ella llorará por el consumo de gasolina que se utilizará en el transporte de las viandas, los combustibles fósiles la atormentan, por lo que exigirá, lógicamente, que, de ahora en adelante, les lleve la alimentación a pie, que es lo más sano, y también padecerá horriblemente por el genocidio mosquitero que Clark perpetrará cada noche, antes de dormir o intentar procrear, además él, Gable, escribirá sus memorias, redactadas por Eli y publicadas póstumamente, Monty volverá con su madre y todos menos Eli se apuntarán a la cola del paro, por si acaso, aunque no hay peor cosa que vivir de un sueldo o empleo fijo, pudiendo vivir a costa de otro; Telma se volverá a casar con su marido y les visitará de vez en cuando y, en definitiva, los caballos salvajes galoparán hasta enterrarlos en el mar, a todos, también a nosotros, gracias, hermosos.