Funes el memorioso recuerda de pe a pa, de punta a cabo, de cabo a rabo con todo lujo de detalles lo que fue su rica vida justo antes de morir (o no) o caer en brazos de Morfeo en esta obra maestra de la memoria que si por algo se caracteriza o brilla es justo por eso, por su atinada atención al detalle, por su verismo milimétrico fotográfico, su encaje de bolillos narrativo, esa verosimilitud argumental que se sostiene en la infinita suma de pequeños hechos recreados, ese arte de la miniatura de birli birloque, del escapismo y el acabose, de lo liliputiense o microscópico que convierte esta película en pura orfebrería suiza relojería, creación cumbre acrisolada en la sutileza y la inteligencia.
Un Amarcord de entreguerras británico Dios salve a la reina de Inglaterra.
Un deleite amoroso y una gozada aventurera.
Una comedia deliciosa, apuñálame mucho, apuñálame por la espalda a ser posible, querido mío.
Una intriga bien llevada entre espías de alto copete que se mueven con la soltura de las aviesas anguilas entre las sombras más siniestras escocesas.
Le pega a todo, lo mismo le da lo rural que lo urbanita, las posadas del conde Brácula que las mansiones del doctor Frankonstin, el teatro de variedades, la parada de los monstruos, los policías, los cacos, el terror, la broma la risa, es ambidiestra, trismegisto, patrañuela, polifacética y poliédrica, algarabía, caleidoscópica, cornucopia.