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Voto de Ferdydurke:
5
6,6
1.546
Drama
Una película basada en los hechos ocurridos en 2001, en Génova, durante la conferencia del G8. Aunque la ciudad se había blindado para recibir a los dirigentes de las potencias mundiales, un grupo de activistas, la mayoría estudiantes, se encerraron en la escuela Díaz y fueron desalojados brutalmente por la policía. Según denunció Amnistía Internacional, en Génova tuvo lugar la violación de los derechos humanos más grave desde la II ... [+]
26 de septiembre de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La noche de los cristales rotos.
Reconstrucción "ficticia" de unos hechos espantosos sucedidos durante la cumbre del G8 en Génova, en el verano del 2001.
Carga policial monstruosa para desalojar y detener a los "rebeldes" asentados en el colegio Díaz. Salvajismo y violencia paroxística. Baño de sangre infame perpetrado por matones sin escrúpulos dirigidos por gerifaltes abyectos y miserables. Solo hay una luz, tenue, entre tanto bellaco, un jefe policial abrumado ante lo ocurrido, tratando de hacerlo más llevadero y humano. El resto es una jauría de siniestros (y siniestras, hay alguna mujer también) canallas dando mamporros con ansias asesinas.
A las víctimas nos las presentan como a jóvenes más o menos inocentes e idealistas. Grupo (casi) inofensivo y amigable que lucha por lo que cree. También hay periodistas.
Panfleto denunciatorio eficaz y conciso. Va al grano y cuenta bien. Consigue su objetivo con rotundidad y sencillez. Brocha gorda y efectismo. Nada de sutileza, complejidad o distancia. Quiere conmover y adoctrinar. No le interesa informar o profundizar. Logra ser interesante, "entretenido" y escandalizador.
Quizás se les vaya la mano en alguna escena ¿innecesaria? de sadismo terrible (el regodeo en la violencia, "hacer el perro", desnudez obligada, escupitajo...), pero está claro que lo que les importa es el fin (llamar la atención y señalar culpables), no los medios (medida y decoro).
Reconstrucción "ficticia" de unos hechos espantosos sucedidos durante la cumbre del G8 en Génova, en el verano del 2001.
Carga policial monstruosa para desalojar y detener a los "rebeldes" asentados en el colegio Díaz. Salvajismo y violencia paroxística. Baño de sangre infame perpetrado por matones sin escrúpulos dirigidos por gerifaltes abyectos y miserables. Solo hay una luz, tenue, entre tanto bellaco, un jefe policial abrumado ante lo ocurrido, tratando de hacerlo más llevadero y humano. El resto es una jauría de siniestros (y siniestras, hay alguna mujer también) canallas dando mamporros con ansias asesinas.
A las víctimas nos las presentan como a jóvenes más o menos inocentes e idealistas. Grupo (casi) inofensivo y amigable que lucha por lo que cree. También hay periodistas.
Panfleto denunciatorio eficaz y conciso. Va al grano y cuenta bien. Consigue su objetivo con rotundidad y sencillez. Brocha gorda y efectismo. Nada de sutileza, complejidad o distancia. Quiere conmover y adoctrinar. No le interesa informar o profundizar. Logra ser interesante, "entretenido" y escandalizador.
Quizás se les vaya la mano en alguna escena ¿innecesaria? de sadismo terrible (el regodeo en la violencia, "hacer el perro", desnudez obligada, escupitajo...), pero está claro que lo que les importa es el fin (llamar la atención y señalar culpables), no los medios (medida y decoro).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Más allá de los atroces hechos coyunturales (otro hito en la "guerra" entre el poder y los grupos antisistema) que quedan retratados, quizás de lo que se trate, en el fondo, sea de, una vez más, hasta qué punto es capaz de llegar el ser humano en relación con sus semejantes. Que no hay límites, de todo es capaz.
Una cuestión peliaguda sería plantear cómo es más apropiado afrontar unos hechos así, desde el rigor y la meditación o mejor desde la pura y brutal constatación. Complicada decisión. Si optas por lo primero soslayas el horror, si optas por lo segundo eludes la reflexión. Dilema que aquí se resuelve con la segunda opción.
Por un lado es sano y necesario denunciar unos abusos tan criminales, por el otro quizás pierda fuerza esa diatriba al ser tan obvia y clamorosa.
¿Qué importa más, una idea que informa o un grito que asusta? ¿Una imagen compleja o un porrazo y mucha sangre?
No sé...
Una cuestión peliaguda sería plantear cómo es más apropiado afrontar unos hechos así, desde el rigor y la meditación o mejor desde la pura y brutal constatación. Complicada decisión. Si optas por lo primero soslayas el horror, si optas por lo segundo eludes la reflexión. Dilema que aquí se resuelve con la segunda opción.
Por un lado es sano y necesario denunciar unos abusos tan criminales, por el otro quizás pierda fuerza esa diatriba al ser tan obvia y clamorosa.
¿Qué importa más, una idea que informa o un grito que asusta? ¿Una imagen compleja o un porrazo y mucha sangre?
No sé...