Comedia indigente. Blanca y tierna; amable, agotadora y tontorrona.
Deambula penosamente entre dos momentos brillantes, entre dos estallidos liberadores y anárquicos: son los dos saqueos, las dos orgías destructoras que sirven de comienzo y final a esta miserable historia; el primer pillaje es tímido y se produce después del apagón informático, el segundo es grandioso y estruendoso; se trata de la venganza del sufrido ciudadano, de la reparación a través del cine de todas las injusticias y tormentos que padece el hombre medio; en estos dos momentos hay más verdad y gracia que en el resto; lo demás consiste en un refrito pálido y cansino de montones de tontunas/películas anteriores con, quizás, en el horizonte la indudablemente superior, mítica y referencial "Atraco a las tres".
Reincidencia en el cine más castizo y paupérrimo. Guion pírrico, banda sonora machacona e irritante y dirección funcional y rutinaria.
Resines (cumple con solvencia y empaque) y Neus Asensi (voluntariosa y eficaz; encasillada en el eterno papel de buenorra con las inevitables escenas de "carne") forman un "Bonnie and Clyde" a la española que se ve arropado por los típicos característicos de esta clase de cine (esa inmensa e indistinguible amalgama que se suele denominar como "comedia española"): Manquiña (insufrible: hace lo que puede con lo que le toca), Aller (pesado), Barnatán (simpático) y Rosario Pardo (estupenda en su pequeño papel).
Popurrí sin alma, olvidable. En su descargo el tono infantil y aventurero, la falta total de pretensiones y la sana intención de entretener.