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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
3
Terror Galicia, 1850. La aparición de numerosos cadáveres hace surgir la leyenda del hombre lobo. Bárbara vive con su hermana Josefa en las afueras del pueblo. Manuel, un vendedor ambulante y amor secreto de Josefa, protege a las mujeres. Un día Manuel lleva a Josefa a la ciudad; cuando vuelve en busca de Bárbara, ésta empieza a sospechar de él. ¿Por qué Manuel no tiene ningún miedo a cruzar el bosque? ¿Qué esconde en su viejo carromato? (FILMAFFINITY) [+]
24 de noviembre de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiempos antiguos. Tiempos difíciles.
Cuando los animales no eran ositos de peluche o esclavos desgalichados para el solaz de toda la familia, cuando daban miedo y se hacían respetar, cuando atacaban y vivían en manadas, ese tiempo en el que no se había producido todavía la regresión actual, la vuelta a la caverna, la recuperación de la figura totémica, ese animal al que puedes rezar cada noche con el alma compungida y llena de lágrimas por el mal del mundo, una época, la nuestra, de abrumadora histeria colectiva, de una apabullante hipertrofia sensiblera que busca con denuedo y desesperación elementos a los que victimizar, o idolatrar, una época posindustrial y de consumo masivo y enloquecedor que quiere enmascarar sus excesos inútiles y su huida de la naturaleza exagerando, trivializando, puerilizando el mito animal, al que por un lado destruye con sistemática frivolidad y aburrida normalidad, mirando para otra parte o quejándose sin cambiar nada en verdad, lo mismo que con el resto de penas, ya sean naturales o más artfiales, y por el otro, en un alarde de delirante esquizofrenia, erige en signo o bandera de su completa y angustiosa banalidad, de su ridícula enfermedad.
Tiempos nuevos. Tiempos aguachinados, hipócritas y desnaturalizados, grotescos y desquiciados.
Galicia siempre fue tierra de abundantes mitos y leyendas, llena de brujas, hombres lobo y otras gentes de mucha, magnífica presencia y gracia auténtica.
Hay suficientes libros, relatos y películas que así lo demuestran.
Aquí se recoge una historia criminal aderezada con supersticiones y confusiones varias para levantar una película cuchufletera y bastante disparatada, muy botarate, mala a pesar de tantas fiestas o motivos para celebrarla. Elsa Pataki esforzada, pundonorosa y siempre tan hermosa, la buena cámara de Plaza sin falta y una calidad visual y estética indudables. Todo ello adorna. Pero no basta. Ya que falta la argamasa, la masa, la base de la historia, el más de las veces fallido guion o tan ausente. Como es el triste caso. No se sostiene ni tiene un pase. Es tal la suma de barbaridades, estupideces y enormidades que no das abasto, pierdes la cuenta al de un rato. Un hombre lobo, su álter ego, el científico loco de tan cuerdo, el fiscal normal y nada animal, pasiones terrosas, cartas a una mujer desconocida, carreras a caballo, trasformaciones, metamorfosis, niñas santas, moscas, cojones, degüellos, siegas, pasiegos, casonas, bosques y matarile como bucle y broche. Se acumulan los sucesos y las ocurrencias al son del desafuero.
Un suma y sigue sin ningún sentido, criterio ni distingo. Como si les diera igual todo. Y a nosotros lo mismo. Lo dicho, para echar el bofe al primer arresto. Ni hablar de juicios, condenas, tesis, hipnosis, acupuntura dura, amarguras y añagazas.
Julian Sands de maloso pinturero y la susodicha y amada Pataki protagonizan alguna escena calenturienta que en el caldo de cultivo del destino sanguinolento se esfuma sin ningún decoro. Siempre pierde la batalla el sexo contra la muerte. Siempre gana la parca y nos deja con las ganas.
Es nuestro triste sino. Sin duda.
Ferdydurke
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