Me levanto tres veces por la noche a mear.
Mi estómago está bailando julajop alrededor de mi culo.
Leyendo filosofía y evitando que me violen en los lavabos.
Es tan ridícula, pueril y fantasmona que evidentemente es una parodia, pero también a la vez tan grotesca, estúpida y majadera que es una parodia de la parodia, por lo que obvia forzosamente como inevitable consecuencia, de todo ello, es una película la mar de seria, como Con Air poco más o menos, de ese rango o rasgo o categoría egregia, le adorna, lo condensa o engloba, e igualmente, esto nunca termina, la cola y su pescadilla, es tan oligofrénica, descerebrada y estupefacta estupefaciente que es una broma y...
Epopeya homérica quimérica en la que se reflexiona con hondura y perspicacia, a (tanta) tumba abierta, un pelo no se corta, sobre los límites, entresijos, mecanismos, vicisitudes del poder, el ejército moderno y la sombra del pasado que te atrapa a través de personajes tallados a fuego y de/con un despliegue técnico ético artístico rabelesiano y quevedesco que anonada mientras sopla, en resumen, frenopático con tintes Rambo en combate desaparecido almodovorianos y algo, por qué no añadirlo, rumberos.
¿Qué es mejor para el alma y el cuerpo dejar morir a ochenta mil pringados bultos sospechosos que solo ocupan espacio y tiempo para nada, sin ningún rendimiento ni para nadie beneficio alguno, matarlos no supone ni asomo de remordimiento, abono, por quítame allá esas pajas o a Cage, Harris y Connery en plena faena, en su máximo apogeo, que son huellas imborrables de nuestro legado más excelso, de nuestro paso por el mundo y su reguero?
Rocketman o los negros eran muy malos hace años ahora no tanto o tal vez menos.