Imaginad lo espantosa que debe ser la vida del hombre medio, común, contante y sonante, normal, sano y gran profesional liberal, médico nada menos, ¿puede haber mayor horror?, para que sea capaz de hacer cualquier cosa, literal, hasta incluso matar a sangre fría si se tercia, la ocasión la pintan calva, sangre de tu sangre, para tratar de escapar de tanta afrenta, mediocridad e idiotez, de la adopción además, en fin, de una existencia tan aburrida y larvada, muy humillante y penosa, putrefacción pobremente disimulada.
Todo sea por vivir una triste peripecia aventurera que te recuerde lo que era sentir algo, lo que sea, para escapar de ti mismo, el mayor carcelero, el más cruel y desaforado, para poder ser de otra manera, cualquiera, para probar carne nueva, para no ser siempre esa misma sombra oscurecida, ridícula, empequeñecida, pidiendo la hora.
De Guatemala a Guatepeor. Del tedio a la nada. De la muerte en vida al homicidio, de la huida al callejón sin salida, varado o atrapado, en vía muerta o dentro de un imposible laberinto. De la casa al río, a las abejas que también te odian por costumbre, al frío. Y por el camino creo que me extingo.
En fin, que como dice Adrián, el más sabio y corajudo de todos, nada cambia, todo permanece, todo sigue igual, la gente repite comportamiento hasta el infinito, que no os engañen, don erre que erre, la basura, el pelotudo, el rompehuevos y el cagón, desde el comienzo hasta el fin, del nacer al morir haciendo lo mismo, tan previsible e igual a los demás, ese tran tran perezoso y romo, imitativo y gregario, por eso tantas ganas de evasión gigantesca, de droga mala, noticias buenas, deporte sano, política necesaria, qué importa, para creer que pasa algo, para soñar que te atreves por fin y que eso que vas a a decir no lo sabe ya todo el mundo antes de que abras la boca, antes de empezar ya conocen cómo va/s a acabar, esas palabras plagiadas, ideas copiadas de otros hasta en las comas, acciones clonadas sin alma, sin gracia ni riesgo, a la deriva, abotargado, acojonado, dando pena, un tópico en persona, un cliché que se arrastra y nadie escucha.
La película se esfuerza, pero no lo logra. Trastea, juega, enreda, promete, entretiene y habla entre dientes, no siempre se la entiende aunque todo se comprenda, un thriller rural fluvial de cambio de identidad conocido y reconocible, "El regreso de Martin Guerre" o su hija "Sommersby" y otras muchas más que se podrían citar. Y Viggo Mortensen casi todo el rato ahí en plano, bebiendo, tosiendo, jodiendo, sufriendo entre muy mala gente y algún pequeño relajo para que no todo sea un puñetero y repetitivo infierno, un descanso.
Tiene buenas escenas y algunos apreciables momentos, así como una narración en general de tono alicaído, desangelado, dubitativo, difuso, como si quisiera disimular su fondo convencional con pose autoral, que no la acaba de tener del todo clara ni tampoco tiene mucho sentido más allá de algún lugar común de género o algún pequeño detalle hermoso.
Los actores están bien aunque no brillen demasiado, la fotografía es naturalista, rasposa, a veces pretendidamente feísta y otras sin embargo más rebuscadamente bonita, y la dirección, pese a algún intento de dejar su sello e imponer un cierto estilo, en verdad no deja de ser rutinaria, gris, nada más.