... de comenzar y "sin que pase nada" (dice en un arrebato Viviane) acaba. O tras pasar mucho, según se mire.
Son años de infierno burocrático y absurdo tribunal; empantanados en un eterno retorno a cada paso; como una noria atascada hace mucho se tratara, oxidada de tanto usarla, en punto muerto, que parece que todavía se mueve, nos gustaría que así fuera, pero que en realidad solo acumula polvo y mugre.
Una versión blanda, pero igual de tortuosa, del inevitable Kafka en estos casos; con ecos de su prodigioso relato "En la colonia penitenciaria", donde la ley se esculpía, literalmente, en la piel del reo. Aquí los jueces, como en una especie de ritual sádico, se dedican a castigar a Viviane con saña, aburriéndola, martirizándola con la táctica de la dilación infinita ("Ante la ley", otro texto del escritor checo que viene al caso de la "justicia"), del gota a gota.
Viviane sería una especie de Antígona judía que se rebela ante una justicia ciega y cruel y que intenta conseguir la libertad al precio que sea.
Y hay muchos momentos en los que deriva hacia la farsa abstracta y en los que todo está a punto de estallar por los aires; todas esas convenciones ridículas y rigideces mostrencas pulverizadas por estallidos de humor involuntario, por acumulación de callejones sin salida, de puro estúpidos y contradictorios.
Asoma una abismal complejidad en unas relaciones retorcidamente difíciles. Pero el hecho en sí, la estructura básica del "problema", parece sencillo: mujer atrapada en la telaraña "kósher" de un hombre necio y puñetero trata de huir, pero él, por miedo al que dirán y a la asunción de su fracaso vital, no la deja. El tribunal y el juicio serán la pantomima necesaria en una sociedad que todavía no es capaz de separar la ley de la religión y en la que los sentimientos son pesados, examinados y juzgados como si de patatas (valiosas, eso sí) se tratara; en un farragoso intento de medir y discernir cuestiones que deberían tratarse con más ligereza, sencillez y sentido común.
Lo que refleja, todo ese barullo cansino, es una sociedad pacata, ensimismada y muy rica en sutilezas agotadoras y papanatas.
La película, por momentos, se hace (muy) pesada y reiterativa, se tiene la constante sensación de que ni avanza ni retrocede y de que tanta palabra inútil solo cansa.
Ella es bella y fuerte en sus silencios y miradas. Él, "estreñido", dolido y enfadado resulta un tanto patético. Todo lo demás, abogados, familiares o jueces, parece formar parte más de un circo o un teatro de variedades que de un serio conflicto familiar.