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Voto de Ferdydurke:
2
6,5
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Drama
La Inglaterra rural de 1865. Katherine (Florence Pugh) vive angustiada por culpa de su matrimonio con un hombre amargado al que no quiere y que le dobla la edad, y de su fría y despiadada familia. Cuando se embarca en un apasionado idilio con un joven trabajador de la finca de su marido, en su interior se desata una fuerza tan poderosa que nada le impedirá intentar conseguir lo que desea. (FILMAFFINITY)
4 de octubre de 2020
2 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los perros.
Suele pasar. Empiezas con un genocidio que se te va un poco de las manos y llega inesperadamente el día de las elecciones generales, tan deseadas e imprescindibles, y hasta por un momento dado dudas sobre la imperiosa necesidad de depositar tu tan democrático voto. Es muy normal.
Sordidez, sarcasmo y descalabro (como creo que decía Woody Allen en "Final made in Hollywood", parece el lema de un partido político francés, tal vez). Deliberadamente, exclusiva, únicamente es eso, se elimina todo lo demás, el sagrado contexto (nos esquilman casi toda la información, de dónde vienen, cómo fue el origen exactamente de tanto jolgorio, quiero cuentas, declaraciones de la renta, libro de familia, toda la pesca, currículum vitae, qué cojones pasa en esa campiña inglesa de, imagino, cumbres borrascosas, nada, para que así podamos chapotear a gusto, mucho nos gusta, en el lodazal infecto sin hacernos preguntas incómodas que nos causen demasiada angustia), se reduce el foco, todo desaparece, solo queda o nos dejan una tediosa y estúpida retahíla de felonías/fechorías supinas, agónicas, abismales, imbéciles, en ristra y suma, porque sí, a lo loco.
Trata de disimular su fondo escombro, que es cutre material de derribo morboso, las peores pasiones vendidas muy baratas en el más zafio mercadillo, con un tono solemne, arropado por los mejores adornos técnicos y estéticos, en ese aspecto no hay queja ni pega, intenta aturdir, despistar con la belleza bestia de ella, con la hermosa fotografía, el impacto de las imágenes, la truculencia botarate, pero según van muriendo los minutos, a dolor, aquello pasa de curiosidad a idiotez, de interés a desguace, no se sostiene, follar y asesinar a todo dar, sin más, nada más, se abandona cualquier atisbo de verosimilitud o rigor, que, muy asustados, huyen despavoridos ante un espectáculo tan necio y barriobajero, ante un desfile de miserias tan manipuladas y enfermas, casquería fina, y al final, para rematar la triste faena y no variar, se agarran al clavo ardiendo, lo único que les queda, el resto ha sido arrasado por una tormenta bruta tonta, del sensacionalismo, del tremendismo, del efectismo, a la esperanza de que la pasión te nuble la razón, de que también tú como espectador desprecies cualquier tipo de juicio en favor del más negro instinto, o, quizás peor, de que te vuelvas un moralista a toda hora y clames justicia, reparo, que pague por ello, ella, oye.
Solemnidad pretenciosa de alma chusquera y chapucera, de telefilm de toda la vida de dios en la que una familia pija y abotargada contrata a una niñera, o una santa mujer se pirra por un bandido amante de tan buen aparentemente talante que después es un rufián aberrante, da igual el asunto ridículo, es solo una fórmula, como tantas otras, como la de la misma coca cola, mece la cuna y acaba matando, no era oro todo lo que relucía, hasta al hámster del vecino que pasaba por allí, también al apuntador, ese es su sustrato, destino y sentido, el crimen más nefando como entretenimiento, la búsqueda desesperada del placer a través de la crueldad y la idiocia, con la se supone inestimable colaboración gozosa del espectador que debe jalear en silencio y por una vez en la vida así darse gusto un poco y ya de paso un rato poder soltarse la rienda que en la vida diaria tanto le aprieta y ahoga, esa continua reprimenda que tiene en su cabeza, a la que nunca, aunque mucho lo intenta, del todo se acostumbra, como de transferencia, terapia de choque, electroshock, y a ver si así por fin despierta, que algo por una vez sienta.
Algunos hablan de feminismo, liberación, patriarcado, di no al racismo, al clasismo, al vampirismo, y todas esas bellas palabras y conceptos que dan, como decía el clásico, unas ganas locas de invadir Polonia o asaltar por lo menos el distrito trece, y mirándolo bien creo que tienen toda la razón, no me había fijado mucho, perdida, centrada la mirada en la parte más puramente carnal y sanguinolenta, soy así de primario, pero sí, solo hay que observar con un poco de detenimiento el principio para darse cuenta de ello, por poner solo un ejemplo, cuando ella se enamora de él tan perdidamente al comprobar su elevada estatura moral, ese catártico momento en el que se da de bruces con algunos ruidos y alborotos que por ahí están pasando y al abrir una puerta descubre a su amado educando amablemente a su compañera en la lucha racial y social, enseñándola los conceptos más elevados al respecto, de hecho, ella, y la otra, y todas nosotras, lo comprende e inmediatamente se eleva, levita, queda colgada del cielo, asciende casi al mismo éter de tanto que aprende, cómo no te vas a prende/ar de un alma así, pero no es solo eso, lo mejor tal vez venga después, cuando el hombre asalta a su amada en la noche con algo de ímpetu, tampoco tanto, es para disimular su timidez, y donde los seres más brutos o insensibles hablarían de intento salvaje de violación, en verdad es solo amor, respeto, rotación/torsión, ella al vuelo lo pilla y tras un simpático y leve forcejeo, coqueteo intelectual más que animal se podría decir, se entrega, no era no o solía ser no o debería ser no o tal vez legalmente dice el juez que no pero ahora ya es sí, frenesí, y juntos, después de esto, de este fenomenológico encuentro, emprenden una cruzada moral y abismal en la que irán consiguiendo la transvaloración de todos los valores, ella como feminista se liberará a sí misma y a todas las demás hermanas como consecuencia, derribarán el patriarcado de paso, y él como hombre tan oprimido por los machirulos blancos de la mano sabia de ella conseguirá la igualdad de clase universal entre todos los humanos, irán sorteando, además, todas las dificultades con muy buena disposición de ánimo y gran capacidad de diálogo, respetando los derechos humanos siempre que se tercie, darán un ejemplo cabal de si se quiere, se puede. Se acabaron de un plumazo la discriminación racial y sexual y casi que ni lo notamos, andábamos despistados.
Suele pasar. Empiezas con un genocidio que se te va un poco de las manos y llega inesperadamente el día de las elecciones generales, tan deseadas e imprescindibles, y hasta por un momento dado dudas sobre la imperiosa necesidad de depositar tu tan democrático voto. Es muy normal.
Sordidez, sarcasmo y descalabro (como creo que decía Woody Allen en "Final made in Hollywood", parece el lema de un partido político francés, tal vez). Deliberadamente, exclusiva, únicamente es eso, se elimina todo lo demás, el sagrado contexto (nos esquilman casi toda la información, de dónde vienen, cómo fue el origen exactamente de tanto jolgorio, quiero cuentas, declaraciones de la renta, libro de familia, toda la pesca, currículum vitae, qué cojones pasa en esa campiña inglesa de, imagino, cumbres borrascosas, nada, para que así podamos chapotear a gusto, mucho nos gusta, en el lodazal infecto sin hacernos preguntas incómodas que nos causen demasiada angustia), se reduce el foco, todo desaparece, solo queda o nos dejan una tediosa y estúpida retahíla de felonías/fechorías supinas, agónicas, abismales, imbéciles, en ristra y suma, porque sí, a lo loco.
Trata de disimular su fondo escombro, que es cutre material de derribo morboso, las peores pasiones vendidas muy baratas en el más zafio mercadillo, con un tono solemne, arropado por los mejores adornos técnicos y estéticos, en ese aspecto no hay queja ni pega, intenta aturdir, despistar con la belleza bestia de ella, con la hermosa fotografía, el impacto de las imágenes, la truculencia botarate, pero según van muriendo los minutos, a dolor, aquello pasa de curiosidad a idiotez, de interés a desguace, no se sostiene, follar y asesinar a todo dar, sin más, nada más, se abandona cualquier atisbo de verosimilitud o rigor, que, muy asustados, huyen despavoridos ante un espectáculo tan necio y barriobajero, ante un desfile de miserias tan manipuladas y enfermas, casquería fina, y al final, para rematar la triste faena y no variar, se agarran al clavo ardiendo, lo único que les queda, el resto ha sido arrasado por una tormenta bruta tonta, del sensacionalismo, del tremendismo, del efectismo, a la esperanza de que la pasión te nuble la razón, de que también tú como espectador desprecies cualquier tipo de juicio en favor del más negro instinto, o, quizás peor, de que te vuelvas un moralista a toda hora y clames justicia, reparo, que pague por ello, ella, oye.
Solemnidad pretenciosa de alma chusquera y chapucera, de telefilm de toda la vida de dios en la que una familia pija y abotargada contrata a una niñera, o una santa mujer se pirra por un bandido amante de tan buen aparentemente talante que después es un rufián aberrante, da igual el asunto ridículo, es solo una fórmula, como tantas otras, como la de la misma coca cola, mece la cuna y acaba matando, no era oro todo lo que relucía, hasta al hámster del vecino que pasaba por allí, también al apuntador, ese es su sustrato, destino y sentido, el crimen más nefando como entretenimiento, la búsqueda desesperada del placer a través de la crueldad y la idiocia, con la se supone inestimable colaboración gozosa del espectador que debe jalear en silencio y por una vez en la vida así darse gusto un poco y ya de paso un rato poder soltarse la rienda que en la vida diaria tanto le aprieta y ahoga, esa continua reprimenda que tiene en su cabeza, a la que nunca, aunque mucho lo intenta, del todo se acostumbra, como de transferencia, terapia de choque, electroshock, y a ver si así por fin despierta, que algo por una vez sienta.
Algunos hablan de feminismo, liberación, patriarcado, di no al racismo, al clasismo, al vampirismo, y todas esas bellas palabras y conceptos que dan, como decía el clásico, unas ganas locas de invadir Polonia o asaltar por lo menos el distrito trece, y mirándolo bien creo que tienen toda la razón, no me había fijado mucho, perdida, centrada la mirada en la parte más puramente carnal y sanguinolenta, soy así de primario, pero sí, solo hay que observar con un poco de detenimiento el principio para darse cuenta de ello, por poner solo un ejemplo, cuando ella se enamora de él tan perdidamente al comprobar su elevada estatura moral, ese catártico momento en el que se da de bruces con algunos ruidos y alborotos que por ahí están pasando y al abrir una puerta descubre a su amado educando amablemente a su compañera en la lucha racial y social, enseñándola los conceptos más elevados al respecto, de hecho, ella, y la otra, y todas nosotras, lo comprende e inmediatamente se eleva, levita, queda colgada del cielo, asciende casi al mismo éter de tanto que aprende, cómo no te vas a prende/ar de un alma así, pero no es solo eso, lo mejor tal vez venga después, cuando el hombre asalta a su amada en la noche con algo de ímpetu, tampoco tanto, es para disimular su timidez, y donde los seres más brutos o insensibles hablarían de intento salvaje de violación, en verdad es solo amor, respeto, rotación/torsión, ella al vuelo lo pilla y tras un simpático y leve forcejeo, coqueteo intelectual más que animal se podría decir, se entrega, no era no o solía ser no o debería ser no o tal vez legalmente dice el juez que no pero ahora ya es sí, frenesí, y juntos, después de esto, de este fenomenológico encuentro, emprenden una cruzada moral y abismal en la que irán consiguiendo la transvaloración de todos los valores, ella como feminista se liberará a sí misma y a todas las demás hermanas como consecuencia, derribarán el patriarcado de paso, y él como hombre tan oprimido por los machirulos blancos de la mano sabia de ella conseguirá la igualdad de clase universal entre todos los humanos, irán sorteando, además, todas las dificultades con muy buena disposición de ánimo y gran capacidad de diálogo, respetando los derechos humanos siempre que se tercie, darán un ejemplo cabal de si se quiere, se puede. Se acabaron de un plumazo la discriminación racial y sexual y casi que ni lo notamos, andábamos despistados.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Me ha gustado casi más que presenciar un accidente de tráfico muy en directo y horroroso, uno en el que te agarren del brazo para que puedas ver de más cerca las funestas consecuencias de la colisión, ese revoltijo inopinado. Ese tipo de sano placer me ha proporcionado, y lo valoro, me parece justo y necesario. Soy una buena persona a la que nada de lo humano le es ajeno, no de esos hipócritas que fingen espanto mientras se portan como marranos.
Dice el buen hombre, un santo varón de comportamiento irreprochable, educado, pulcro y recatado, que ella es una enorme, sangrante, importante ramera y que lo sabe todo el mundo, sí, sí, sí, que lo dicen en los diarios y después de la novela, vale, las noticias buenas vuelan, esa jodienda, por lo que a continuación lo matamos al bendito tan contrito a voz en grito y no en silencio ni con disimulo ninguno y allí pasa el tiempo tan alegremente, se despereza lentamente, y nadie se entera ni pregunta si además también asesinamos al maldito equino de un tiro, pues nada, ni se investiga, curiosea o chismorrea, que siga la fiesta, una vez que ya habíamos superado el indigesto momento que supuso tragarnos, ese mal, amargo trago, muy a duras penas el envenenamiento, abogamos más por otros métodos más directos o violentos, que todos dimos lógicamente por bueno ni le miramos tres pies al gato, ya le tocaba, era un viejo muy añejo, del maravilloso padre, tan delicado y afectuoso ese señor tan pequeño, y que también aceptáramos todo lo relacionado con la malvada criada tan callada, pero en el fondo muy perversa y calenturienta, como si tal cosa, en fin, para que lo vamos a negar si nosotros somos así en general de muy buen conformar y en las cosas del querer mucho más, donde comen dos comen tres, si siempre es mucho mejor dejarlo estar, que algo habrán hecho si se han ido a pastar, nunca hay que echar la vista atrás, no te vayas a convertir en estatua de sal, si es la versión oficial por algo será, callar, obedecer y si nos dejan, por qué no, también algo modestamente disfrutar.
Lo mejor, sin menospreciar los numerosos y rozagantes despertares de la según las malas lenguas dama de las camelias, no era lady macbeth, no nos confundamos, publicidad engañosa, nada shakespeareana, era más bien a su esplendoroso modo angélica, sin duda, es el final o definitivo clímax, no tiene voz la personal asistenta de raza negra, silente asume toda su culpa la traidora, creen a la otra, necesariamente, se sale con la suya, queda más sola, aquí paz y después gloria.
En el futuro, nuestra amada protagonista seguirá matando a manos llenas y a tumba abierta, a veces desnuda y otras más vestida, a diestra y siniestra, en mala hora, matará tanto que hasta asesinará la luz del día, pero ni con esas le será suficiente ni se quedará tranquila, oscurecida, no dejará piedra sobre piedra, títere con cabeza, y al final de los tiempos, noche eterna, ya nadie más que ella habrá sobre la faz de la tierra, por lo que a sí misma, solo por seguir la rutina, esa monótona inercia, muerte se dará, a su bella y justa manera, previamente había matado, nada más nacer, tan prontamente, al fruto de su vientre y del amor, para pasar el rato y superar la ominosa depresión posparto, para adelantar acontecimientos, pero esa es otra historia que no viene ahora al caso ni a cuento, lloremos por tanto, por todo ello.
Fin.
Dice el buen hombre, un santo varón de comportamiento irreprochable, educado, pulcro y recatado, que ella es una enorme, sangrante, importante ramera y que lo sabe todo el mundo, sí, sí, sí, que lo dicen en los diarios y después de la novela, vale, las noticias buenas vuelan, esa jodienda, por lo que a continuación lo matamos al bendito tan contrito a voz en grito y no en silencio ni con disimulo ninguno y allí pasa el tiempo tan alegremente, se despereza lentamente, y nadie se entera ni pregunta si además también asesinamos al maldito equino de un tiro, pues nada, ni se investiga, curiosea o chismorrea, que siga la fiesta, una vez que ya habíamos superado el indigesto momento que supuso tragarnos, ese mal, amargo trago, muy a duras penas el envenenamiento, abogamos más por otros métodos más directos o violentos, que todos dimos lógicamente por bueno ni le miramos tres pies al gato, ya le tocaba, era un viejo muy añejo, del maravilloso padre, tan delicado y afectuoso ese señor tan pequeño, y que también aceptáramos todo lo relacionado con la malvada criada tan callada, pero en el fondo muy perversa y calenturienta, como si tal cosa, en fin, para que lo vamos a negar si nosotros somos así en general de muy buen conformar y en las cosas del querer mucho más, donde comen dos comen tres, si siempre es mucho mejor dejarlo estar, que algo habrán hecho si se han ido a pastar, nunca hay que echar la vista atrás, no te vayas a convertir en estatua de sal, si es la versión oficial por algo será, callar, obedecer y si nos dejan, por qué no, también algo modestamente disfrutar.
Lo mejor, sin menospreciar los numerosos y rozagantes despertares de la según las malas lenguas dama de las camelias, no era lady macbeth, no nos confundamos, publicidad engañosa, nada shakespeareana, era más bien a su esplendoroso modo angélica, sin duda, es el final o definitivo clímax, no tiene voz la personal asistenta de raza negra, silente asume toda su culpa la traidora, creen a la otra, necesariamente, se sale con la suya, queda más sola, aquí paz y después gloria.
En el futuro, nuestra amada protagonista seguirá matando a manos llenas y a tumba abierta, a veces desnuda y otras más vestida, a diestra y siniestra, en mala hora, matará tanto que hasta asesinará la luz del día, pero ni con esas le será suficiente ni se quedará tranquila, oscurecida, no dejará piedra sobre piedra, títere con cabeza, y al final de los tiempos, noche eterna, ya nadie más que ella habrá sobre la faz de la tierra, por lo que a sí misma, solo por seguir la rutina, esa monótona inercia, muerte se dará, a su bella y justa manera, previamente había matado, nada más nacer, tan prontamente, al fruto de su vientre y del amor, para pasar el rato y superar la ominosa depresión posparto, para adelantar acontecimientos, pero esa es otra historia que no viene ahora al caso ni a cuento, lloremos por tanto, por todo ello.
Fin.