En estas películas de arte y ensayo hay que destacar, es muy gracioso comprobar observar la pachorra o deportividad, inmenso fair play, garbo y salero, con que se toman las mujeres la eliminación brutal radical salvaje de un plumazo de sus parejas más recientes, si te he visto creo que ya no me acuerdo, no preguntes, no hurgues, hermoso mío, majo, ya difunto, no te remuevas en la tumba, descansa tranquilo, ya pasó, no se les mueve un músculo de la cara, impasibles, yo me quedo de nuevo, recupero al de toda la vida de dios mi primer o mejor dicho más anterior en la línea sucesoria maromo y (casi) todos contentos.
¿Y de la rubia tan bien predispuesta ya nadie se acuerda, ni un suspiro responso, ni un silencio de un minuto lleno ni una lagrima por ella cayó otra vez en la de la playa arena? ¿Adiós muy buenas? ¿Lo siento, nena? ¿Elegiste un mal día para llamar recurrir a la niñera? ¿Manuela?
Yo me quejo, pido exijo la hoja de reclamaciones.
Ya parece seguro que la URSS servía de tapón o cierre categorial, de tope o límite del mal, última frontera barrera, y que tras su estrepitosa caída a plomo salieron a lo loco y sin freno todos los demonios o facinerosos de la caja de Pandora, con hambre atrasada, habría que volver, por lo tanto, obvio, a echar el pestillo o cerrojo, cerrar la tapa, recuperar el tiempo perdido, que vuelva Stalin de una vez por todas y aquí paz y después gloria, lo uno por lo otro.