Del amor y de la muerte. Del bien y del mal.
Un Ángel exterminador enviado desde el más allá para destruir la leyenda, a la madre del futuro.
Un amor imposible, abismal.
Una serie B perfecta. Y un prodigio narrativo, asombroso por su sencillez y eficacia que mezcla la oscuridad del género ciberpunk, la acción más convencional y entretenida, la violencia tosca, la fantasía más virtuosa y muchas persecuciones con la claridad de las cosas bien contadas, sin coartadas ni dilaciones, con la humildad vanidosa del que sabe ir a la esencia de los arquetipos y la aventura, reformulándola, resumiéndola con gracia y verdad.
La huida. Una gigantesca road movie.
Y junta casquería gore con chispazos de poesía inspirada tan convencional como afinada, llena de diálogos escritos con esmero y delicadeza, funcionales y brillantes. Ejecuciones constantes filtradas por un humor jocundo; una épica trash que no reniega de un lirismo amoroso y melancólico, de un fatalismo romántico que trasciende con soltura las limitaciones del palo y tentetieso. Un corre que te pillo lleno de remansos y escondites. Una brutalidad humanizada por una ternura desesperada, con recuerdos pavorosos de un pasado/futuro preñado de derrota, barbarie y aires revolucionario-agónicos. De cómo contar el fin del mundo a niños norteamericanos con la hondura superficial de un autor total y encastillado. Amalgama feliz de máquinas tercas y humanos mártires; o de cómo seres programados se ven impotentes frente a las personas más inadvertidas y torpes, y buenas, que son siempre toda la esperanza.
Un clásico indispensable, genial, tan modesto como acertado y preciso. Una obra poderosa, feliz, visionaria.