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Voto de Ferdydurke:
1
6,4
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Drama
Joan Castleman (Glenn Close) es una buena esposa, de belleza madura y natural, la mujer perfecta. Pero lo cierto es que lleva cuarenta años sacrificando sus sueños y ambiciones para mantener viva la llama de su matrimonio con su marido, Joe Castleman (Jonathan Pryce). Pero Joan ha llegado a su límite. En vísperas de la entrega del Premio Nobel de Literatura a Joe, Joan decide desvelar su secreto mejor guardado. (FILMAFFINITY)
24 de enero de 2021
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Amo de casa, qué grande infierno. Matrimoniadas. La guerra de los Rose.
No debiera ser necesario recordarlo a estas alturas, pero bueno, uno está aquí para eso, cobra un buen sueldo del estado en ese desempeño, al lío, a ello, nunca vayas, ni se te ocurra, a recoger un premio, debes rechazarlos todos con un profundo asco, exacto, no hablemos siquiera si estos reclamos son más importantes, si implican dinero, prestigio, recorrido, reverencias y otras mierdas, esos incluso con un repunte o plus ultra de infinita ira y desprecio hay que arrojarlos de tu entendimiento, de hecho, todo premio es mala señal, la peor de todas, inequívoca de que algo debes estar haciendo horriblemente, alerta roja, def con dos, es la clara indicación de que estás completamente acabado y no sirves ya absolutamente para nada, despojo humano, ni para dar de comer a los más hambrientos perros, cambia de oficio, para la máquina, deja de dar la lata.
Todo premio es enjuague, chanchullo, trapicheo, politiqueo, cuento, mentira, embuste, desgracia, meneo, un espanto sin medida ni consuelo.
Otra cosa. Esto debe acabar ya. Está bien que nos pongáis un espejo en la cara para mostrarnos todas nuestras miserias y bajezas como reflejo, pero tanto, siempre, tan implacable y despiadadamente, eso ya no es bueno ni sano, nos acaba haciendo como sociedad mucho daño, nos desalienta y corrompe, nos echa el alma al suelo, nos llena de tristeza y nos quita el impulso primero, la apatía nos acaba comiendo, no, por favor, dadnos un respiro, al menos dejadnos disfrutar alguna puñetera vez de algo lindo. Porque vaya pareja, otra maldita vez, que habéis elegido; siniestros, repulsivos, espeluznantes, abominables, horripilantes. Él, un perfecto lerdo, vanidoso, inútil y patrañuelo, cobarde y débil, hasta enfermo. Y ella, una trepa fría, desentrañada, sin alma, mentirosa, calculadora, falsa, rencorosa, reprimida, vengativa y terriblemente, como al final se demuestra, peligrosa. Por no hablar de ese necio hijo tan pelma a contrapelo o de esa fotógrafa del pánico poniendo, ofreciendo su cuerpo moreno como si estuviéramos en un bazar o en el mercado negro, de por medio.
La película, como ella misma dice varias veces, pone en boca de sus personajes, avisa, no es traidora, rechaza claramente el victimismo en todo momento, esa sucia añagaza la aparta por trapacera, lo mismo que el maniqueísmo y la simpleza o la propaganda y la idiocia, la brocha gorda, el sensacionalismo, la carnaza para la sedienta de vísceras melodramática audiencia, la demagogia más cutre, el oportunismo más zafio, todo eso, no cabe la menor duda, lo niega, no cae de ningún modo en semejante bajeza.
Por eso es tan grande obra, descubridora, profunda, valiosa, llena de retruécanos, abismos y sorpresas, tan sincera y verdadera.
Por eso me voy ahora mismo corriendo al spoiler (aquí mismo por falta de espacio) a seguir disfrutando sin parar de este regocijo fílmico, del inusitado placer que proporciona comentar esas pocas películas repletas de tesoros y secretos, de capas y recovecos.
Qué enorme sorpresa, no me esperaba para nada esa bomba de relojería tan tremenda que hace estallar tan sutilmente todo por los aires, cuanta hipocresía que albergaba ese miserable señoro, menudo ñordo.
Y ella, como remate, además asesina, a sangre fría, y sale impune y con ganas de manchar el nombre, la memoria sagrada de su recién muerto marido, ante sus hijos, ni eso respeta.
Aunque os debo decir la verdad, yo que he hablado con el biógrafo personalmente, cara a cara, y lo sé de primera mano, le conozco desde hace mucho, desde Amor a quemarropa concretamente, desde ahí somos hermanos de armas, almas gemelas, tampoco es cierto lo que aquí se cuenta, veréis, la verdadera escritora de todo esto no es esta sinvergüenza que hace como que sí a última hora la gran bellaca, nada que ver, es una gran impostora, este ser diabólico, como se ve claramente en uno de esos maravillosos flashbacks, que se infiltra en la casa de la real y primera esposa y haciéndose pasar, la mano que mece la cuna es..., por una niñera, hay que tener ovarios para eso, no solo le roba a su hombre en toda la cara, en su santo hogar se lo quita la traidora a la otra, a la auténtica, la pionera, pues no se conforma solo con esa gran felonía, no le vale ni es suficiente, sino que además también le hurta toda su obra, su literatura, todas esas obras maestras que la psiquiatra había ido escribiendo en sus muchas noches de amargura y soledad, todos sus papeles llenos de correcciones y tachaduras, los originales, cuando su marido le ponía los cuernos con la arribista rubia que no conocía escrúpulo ninguno, esas creaciones sin par de su alma sustraídas por la infiltrada en la más negra noche, con gran alevosía y caradura, así es la verdadera historia, no solo aquella pobre mujer sin nombre fue seducida y abandonada, también saqueada, usurpada, violada artística y humanamente por esa bandida con la colaboración indispensable de él, cómplice intelectual del crimen, tonto útil, calzonazos sin límite, un jeta infinito.
Por cierto, quiero aprovechar la ocasión, que ni pintiparada, para revelar más oscuros secretos que os harán gozar casi tanto como con esta obra que ahora ocupa mi tiempo y que tienen que ver con los grande nombres de la literatura, tanto antiguos como modernos; qué decir, por ejemplo, de Vargas Llosa y el cambio de estilo radicalmente observado desde que conoció a la Preysler, desde La ciudad y los perros ya no es el mismo, mucho se nota una influencia externa, concretamente femenina y extranjera, el ritmo, la ortografía, la cadencia de su prosa, esos diálogos, todo, de hecho, Isabel, ya famosa por su relación con Julio Iglesias, también a este le escribió sus más famosas canciones, esos estribillos pegadizos tienen su inconfundible sello, pues bueno, Mario y Julio tanto monta éxitos melódicos que novelas ferruginosas, la escritura y la escritora es ella, filipina para más señas, el que dude o le duela que calle y lea...
No debiera ser necesario recordarlo a estas alturas, pero bueno, uno está aquí para eso, cobra un buen sueldo del estado en ese desempeño, al lío, a ello, nunca vayas, ni se te ocurra, a recoger un premio, debes rechazarlos todos con un profundo asco, exacto, no hablemos siquiera si estos reclamos son más importantes, si implican dinero, prestigio, recorrido, reverencias y otras mierdas, esos incluso con un repunte o plus ultra de infinita ira y desprecio hay que arrojarlos de tu entendimiento, de hecho, todo premio es mala señal, la peor de todas, inequívoca de que algo debes estar haciendo horriblemente, alerta roja, def con dos, es la clara indicación de que estás completamente acabado y no sirves ya absolutamente para nada, despojo humano, ni para dar de comer a los más hambrientos perros, cambia de oficio, para la máquina, deja de dar la lata.
Todo premio es enjuague, chanchullo, trapicheo, politiqueo, cuento, mentira, embuste, desgracia, meneo, un espanto sin medida ni consuelo.
Otra cosa. Esto debe acabar ya. Está bien que nos pongáis un espejo en la cara para mostrarnos todas nuestras miserias y bajezas como reflejo, pero tanto, siempre, tan implacable y despiadadamente, eso ya no es bueno ni sano, nos acaba haciendo como sociedad mucho daño, nos desalienta y corrompe, nos echa el alma al suelo, nos llena de tristeza y nos quita el impulso primero, la apatía nos acaba comiendo, no, por favor, dadnos un respiro, al menos dejadnos disfrutar alguna puñetera vez de algo lindo. Porque vaya pareja, otra maldita vez, que habéis elegido; siniestros, repulsivos, espeluznantes, abominables, horripilantes. Él, un perfecto lerdo, vanidoso, inútil y patrañuelo, cobarde y débil, hasta enfermo. Y ella, una trepa fría, desentrañada, sin alma, mentirosa, calculadora, falsa, rencorosa, reprimida, vengativa y terriblemente, como al final se demuestra, peligrosa. Por no hablar de ese necio hijo tan pelma a contrapelo o de esa fotógrafa del pánico poniendo, ofreciendo su cuerpo moreno como si estuviéramos en un bazar o en el mercado negro, de por medio.
La película, como ella misma dice varias veces, pone en boca de sus personajes, avisa, no es traidora, rechaza claramente el victimismo en todo momento, esa sucia añagaza la aparta por trapacera, lo mismo que el maniqueísmo y la simpleza o la propaganda y la idiocia, la brocha gorda, el sensacionalismo, la carnaza para la sedienta de vísceras melodramática audiencia, la demagogia más cutre, el oportunismo más zafio, todo eso, no cabe la menor duda, lo niega, no cae de ningún modo en semejante bajeza.
Por eso es tan grande obra, descubridora, profunda, valiosa, llena de retruécanos, abismos y sorpresas, tan sincera y verdadera.
Por eso me voy ahora mismo corriendo al spoiler (aquí mismo por falta de espacio) a seguir disfrutando sin parar de este regocijo fílmico, del inusitado placer que proporciona comentar esas pocas películas repletas de tesoros y secretos, de capas y recovecos.
Qué enorme sorpresa, no me esperaba para nada esa bomba de relojería tan tremenda que hace estallar tan sutilmente todo por los aires, cuanta hipocresía que albergaba ese miserable señoro, menudo ñordo.
Y ella, como remate, además asesina, a sangre fría, y sale impune y con ganas de manchar el nombre, la memoria sagrada de su recién muerto marido, ante sus hijos, ni eso respeta.
Aunque os debo decir la verdad, yo que he hablado con el biógrafo personalmente, cara a cara, y lo sé de primera mano, le conozco desde hace mucho, desde Amor a quemarropa concretamente, desde ahí somos hermanos de armas, almas gemelas, tampoco es cierto lo que aquí se cuenta, veréis, la verdadera escritora de todo esto no es esta sinvergüenza que hace como que sí a última hora la gran bellaca, nada que ver, es una gran impostora, este ser diabólico, como se ve claramente en uno de esos maravillosos flashbacks, que se infiltra en la casa de la real y primera esposa y haciéndose pasar, la mano que mece la cuna es..., por una niñera, hay que tener ovarios para eso, no solo le roba a su hombre en toda la cara, en su santo hogar se lo quita la traidora a la otra, a la auténtica, la pionera, pues no se conforma solo con esa gran felonía, no le vale ni es suficiente, sino que además también le hurta toda su obra, su literatura, todas esas obras maestras que la psiquiatra había ido escribiendo en sus muchas noches de amargura y soledad, todos sus papeles llenos de correcciones y tachaduras, los originales, cuando su marido le ponía los cuernos con la arribista rubia que no conocía escrúpulo ninguno, esas creaciones sin par de su alma sustraídas por la infiltrada en la más negra noche, con gran alevosía y caradura, así es la verdadera historia, no solo aquella pobre mujer sin nombre fue seducida y abandonada, también saqueada, usurpada, violada artística y humanamente por esa bandida con la colaboración indispensable de él, cómplice intelectual del crimen, tonto útil, calzonazos sin límite, un jeta infinito.
Por cierto, quiero aprovechar la ocasión, que ni pintiparada, para revelar más oscuros secretos que os harán gozar casi tanto como con esta obra que ahora ocupa mi tiempo y que tienen que ver con los grande nombres de la literatura, tanto antiguos como modernos; qué decir, por ejemplo, de Vargas Llosa y el cambio de estilo radicalmente observado desde que conoció a la Preysler, desde La ciudad y los perros ya no es el mismo, mucho se nota una influencia externa, concretamente femenina y extranjera, el ritmo, la ortografía, la cadencia de su prosa, esos diálogos, todo, de hecho, Isabel, ya famosa por su relación con Julio Iglesias, también a este le escribió sus más famosas canciones, esos estribillos pegadizos tienen su inconfundible sello, pues bueno, Mario y Julio tanto monta éxitos melódicos que novelas ferruginosas, la escritura y la escritora es ella, filipina para más señas, el que dude o le duela que calle y lea...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
... ; sigamos con la lista que la cosa es muy seria, ahora vamos con Cela y su última compañera Castaño Marina, esa señora es en la que se basa en realidad esta película aunque no lo reconozcan, es todo igual, la primera mujer abandonada, el premio nobel fraudulento, la muerte, la supervivencia, han plagiado la vida de los españoles estos malditos ingleses; y el colmo, el caso más claro o escandaloso, el de otro premio nobel engañoso, robado a una buena mujer, el del portugués tenía que ser, Saramago, qué huevos, ya sin casi disimulo, que se arrejuntó con una chica mucho más joven que decían que era periodista y, esto es lo mucho mejor con gran diferencia, que era su, jajaja, traductora, que él escribía en la habitación de arriba y que ella esperaba en la de abajo para traducirle a nuestra santa lengua, jajaja, y hubo, y seguro que todavía la hay, gente que se creyó semejante engendro; y Kafka con Milena, esas cartas lo demuestran, ella le escribió toda su obra, igual que la Anna Grigorievna de Dostoyevski, la Dostoyeskaya ni más ni menos, taquígrafa, editora, para qué seguir; y hasta nuestro Cervantes está manchado de ignominia, es hora de asumirlo aunque tanto no lo quieran, todos sus mejores libros, los peores quién sabe, se los escribió no ya Dulcinea del Toboso, qué va, peor, Aldonza Lorenzo fue la eximia creadora, con lo que ya nos perdemos, ahí se da un claro caso de conflicto de género, clase y hasta de planos de realidad, vaya miedo que tengo; o qué pasa con Sartre y Simone, más complejo todavía el coso, las obras están al revés, la firmadas por él son de ella y viceversa, es evidente, solo hay que poner un poco de atención, pero claro, la gente ni lee ni entiende y así todo vale. Y ni hace falta comentar el caso de Chopin y George Sand por demasiado obvio o el de Shakespeare que ya es sabido por todo el mundo que en realidad era una mujer y actriz para más señas de la isabelina época.
En fin, que todo lo que dábamos por sentado o descontado en el mundo del arte es lo contrario, todo un bulo perpetrado por machos sin alma y permitido por hembras inocentes, unos se llevaban el goloso y fácil mérito mientras las otras arrostraban con el duro y callado trabajo.
Aunque también se puede ver por el otro lado, es decir, ellos, en verdad, también tuvieron vidas infinitamente tristes y solitarias y dolorosas, no les quedó más remedio a todas esas lumbreras que expiar sus pecados trabajando como amos de casa, cuidando a los niños, llevándolos al colegio de tapadillo, cocinando, lavando, planchando, dando masajes a la susodicha, incluso abriéndose de piernas por la noche para consolarlas a ellas y animarlas para la tarea del día siguiente, en resumen, que les tocó el más espantoso oficio del mundo como horrible condena por vivir en la mentira mientras ellas disfrutaban de la máxima grandeza, de crear las más bellas expresiones del alma humana.
Y quiero acabar, ya puestos, de perdidos al río, con mi triste caso como corolario, estas críticas tan hermosas que arrojo habitualmente como margaritas a los cerdos, en realidad no son mías, son de una negra, no tengo para pagar a un negro, ellas son más baratas, las pagan menos por el solo hecho de ser mujeres aunque hagan el mismo trabajo, y no hablamos de raza, solo de letras, por lo tanto, todo el mérito, si lo hubiera, es de ella, y no son mejores todavía porque la pago poco y la exploto mucho a la pobre, tarde, mal y nunca en verdad, pero es que no me da el presupuesto, bastante tengo con observarla, y envidiarla, cómo escribe mientras yo hago cosas tan horribles y femeninas, me avergüenzo profundamente de mi condición de amo de casa, de profesión, mis labores, que se decía antes, qué oprobio, como la colada, colgar la ropa, fregar los platos, el suelo, quitar el polvo, no siempre, y hasta matar arañas con la escoba cuando las puñeteras se me cuelan temerariamente, hasta hablo con la vecina sobre las últimas novedades tan interesantes y a veces voy a la pelu.
En fin, que todo lo que dábamos por sentado o descontado en el mundo del arte es lo contrario, todo un bulo perpetrado por machos sin alma y permitido por hembras inocentes, unos se llevaban el goloso y fácil mérito mientras las otras arrostraban con el duro y callado trabajo.
Aunque también se puede ver por el otro lado, es decir, ellos, en verdad, también tuvieron vidas infinitamente tristes y solitarias y dolorosas, no les quedó más remedio a todas esas lumbreras que expiar sus pecados trabajando como amos de casa, cuidando a los niños, llevándolos al colegio de tapadillo, cocinando, lavando, planchando, dando masajes a la susodicha, incluso abriéndose de piernas por la noche para consolarlas a ellas y animarlas para la tarea del día siguiente, en resumen, que les tocó el más espantoso oficio del mundo como horrible condena por vivir en la mentira mientras ellas disfrutaban de la máxima grandeza, de crear las más bellas expresiones del alma humana.
Y quiero acabar, ya puestos, de perdidos al río, con mi triste caso como corolario, estas críticas tan hermosas que arrojo habitualmente como margaritas a los cerdos, en realidad no son mías, son de una negra, no tengo para pagar a un negro, ellas son más baratas, las pagan menos por el solo hecho de ser mujeres aunque hagan el mismo trabajo, y no hablamos de raza, solo de letras, por lo tanto, todo el mérito, si lo hubiera, es de ella, y no son mejores todavía porque la pago poco y la exploto mucho a la pobre, tarde, mal y nunca en verdad, pero es que no me da el presupuesto, bastante tengo con observarla, y envidiarla, cómo escribe mientras yo hago cosas tan horribles y femeninas, me avergüenzo profundamente de mi condición de amo de casa, de profesión, mis labores, que se decía antes, qué oprobio, como la colada, colgar la ropa, fregar los platos, el suelo, quitar el polvo, no siempre, y hasta matar arañas con la escoba cuando las puñeteras se me cuelan temerariamente, hasta hablo con la vecina sobre las últimas novedades tan interesantes y a veces voy a la pelu.