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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
2
Comedia. Drama. Romance Un viaje de Londres a la Riviera francesa hará que Joanna y su marido Mark revivan los románticos comienzos de su relación, los primeros años de su matrimonio y sus respectivas infidelidades. Con el paso del tiempo los dos han cambiado, por lo que tendrán que enfrentarse a un dilema: separarse o aceptarse mutuamente tal como son.
23 de noviembre de 2021
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
El concepto espacial (temporal) desde o a partir del que en esta película se intenta jugar fragmentaria-circularmente y con pretendida o supuesta originalidad, junto a la pareja en cuestión y su presencia constante y atorrante, mareante y asfixiante, convierte esta película en una experiencia o rompecabezas repetitivo y agobiante, un martillo pilón que percute eternamente.
Cuando un hombre ama a una mujer o Un hombre y una mujer.
En Pulp Fiction John y Uma comentaban justo lo contrario, le daban la vuelta a tan gastado tópico, decían, si mal no recuerdo, que el hecho de que dos personas, hombre y mujer en ese y en este malhadado caso, pudieran estar juntas sin la jodida necesidad u obligación de tener que hablar para sentirse bien o por lo menos no tan mal, sin que pasara nada por ese puto silencio, demostraba que tenían o podían llegar a tener una relación especial, que ahí había algo bueno o de verdad, no había que decir na para variar, por cobardía o necedad, por miedo o ansiedad.
En Seven cuando pasaba el tren al lado de la casa y todo temblaba creo que no les hacía en cambio mucha gracia, allí sufrían de verdad los pobres todas las miserias de la vida, todo el ruido y la furia.
Pedante, displicente, huera, blanda, boba. Repipi, redicha, relamida, cursi, repelente niño Vicente. Insufrible y cargante banalidad. El Lost in Translation de hace cincuenta años, pero peor si cabe o eso fuera realmente posible. Todo es falso, forzado, pretencioso, inane, hueco, nuevo rico, esnob, una excusa cara para mostrarnos/lucir a quemarropa, una puñalada trapera tras otra, los dos millones de modelitos o productos de la industria textil mediante en todas sus más aberrantes o mamarrachas variantes de la última moda delirante de la infausta época aquí presente, un millón cada uno aunque, claro, muy especialmente los de ella, qué pena, cuánta a los ojos ignominiosa afrenta, estuve a un tris o a un solo paso, de hecho, como el trágico Edipo de arrancármelos de cuajo, los ojos, digo, con la cremallera del chándal de salir a por el pan que tenemos los más pobres pero sin embargo honrados de entre nosotros, lo digo sin queja, a mucha honra, y para hacer una exhibición monstruosa también de todos los tics más horrorosos y/o coyunturales de los citados años sesenta, dícese de zoom espantosos, aceleraciones abominables que hasta Kubrick utilizaría en La naranja mecánica, aunque con otro aire, cierto, nadie es perfecto, colores chillones saturados almodovarianos de tente mientras cobro, bailes de san vito, existencialismo de alpargata, reflexión matrimonial de chiste, pintas de tarados sin remedio o de lunáticos con dinero, el pop más ridículo y lisérgico y la estupidez psicodélica como santo y seña, todo esa cosa entre fofa, LSD, la India, new age, arcoíris, aquarius, abandono y conejillos de indias, los beatles, olla podrida o suma de espiritualismo barato, caradura, la adolescencia eterna como forma de vida, niños ricos aburridos, warhol y filosofia del tocador escapista, aterrados ante su propia y abismal y superflua insignificancia, la no asunción de la propia vida, esa infinita hacia la nada huida, y seguro que mucho más de lo que a esta hora afortunadamente ya he olvidado un tanto o poco, casi la mitad.
Ese ensimismamiento autocomplaciente de la pareja que les hace sentirse el centro siempre del mundo, los seres más interesantes y fascinantes del universo entero, sobre todo en comparación con todos los demás tan cretinos, esa familia y esa niña son el summun, o lerdos, ese jefe de tanto económico patrimonio, por ejemplo, y su esposa que tal baila o cojea de la misma idiocia plena; ellos dos son los protagonistas absolutos, abrasivos de este ligero simposio, narcisos pelmas que se creen la mar de irónicos o complejos, muy amorosos y ocurrentes e ingeniosos y graciosos y que tienen como exclusivo sentido o único modo de presentación o vida el vagar de aquí para allá sin ton ni son, dando tumbos, escapando de sí mismos, de su profunda insustancialidad y gran vacío, de su tedio colmado de tontería, y donde los hijos, para colmo, son vistos como seres abominables que se interponen a mala idea, baches en el camino, en el discurrir abrumador de sus apasionantes chorradas, y todo es reducido a las cuitas insignificantes y llenas de clichés sexual afectivos por nombrar de alguna manera compasiva tanta majadería pueril disfrazada de supuesto retrato melancólico y hasta sesudo del amor, el matrimonio y todas esas palabras/mierdas vendidas al por mayor en los mercados más obvios y fulleros, la selva de la lengua y sus manoseados símbolos, y que profesionalmente suben (sube, el hombre trabaja, la mujer en la casa con la criada, ella dice que se siente como una parásita, que en verdad, las apariencias engañan, no necesita nada) como la espuma y se dedican a comer caviar con mucha lástima o desinterés por su parte ya que se han transformado en los aduladores o acompañantes de los poderosos, señoritos de compañía, se venden por cuatro duros, el apartamento, pero solo hasta cierto punto, puesto que hasta de eso se cansan y aburren como del todo o resto, todo tiene su tiempo y su justo pecio. Caprichosos y so(n)sos, ambos lamentables, sin distingos de ninguna clase, y muy cansinos y duermeovejas por la misma o cualquier parte no contratante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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