No, hijo, no, al final no hay encuentro, es un invento, estáis muertos los dos, o tú en el reformatorio y él en el hoyo, cogiendo polvo, no os reuniréis jamás, ese es el triste caso, majo.
Es un pastiche, un remiendo, un Frankenstein, un poco de aquí y algo de acullá, la cabeza perturbada de Scorsese, el corazón cabrón de Nolan, el alma sana de Weir, la sangre espesa de Hammett o Cain, el ansia viva de Tiburón, El viejo y el mar, El negro del Narciso, no del Nautilus, es una mezcolanza, una junta de cadáveres, un corta y pega, una obra en movimiento, abierta, In Time, Looper, una performance muerta, patchwork, action painting, dodecafonismo, indeterminismo, Schrodinger y Newton a puñetazo limpio, también un engendro carnavalero bastante salsero y una chufla pirotécnica la mar de tonta y algo grotesca, un poema dadá y un cuadro y su odiado cubismo, todo eso y algo más que ya veremos.
Cómo folla el bueno de Mateo, qué culo, qué poco pelo, siempre bebiendo y pagando en la posibilidad de una isla, buscando infinita justicia, inmerso en una aventura llena de nada y perfidia, en la playa, perdido, sin salida, atrapado en un truco, en un tierra de nadie, donde no se sabe nada y los lugareños están subcontratados, repiten palabras gastadas, de otro, al dictado de un cruel niño, ese vano y asesino diosecillo, las cosas nunca son como parecen, son siempre mucho peores, la paranoia es la única verdad posible y la locura es el único modo de seguir vivo, de aferrarte a algo conocido o con algún sentido, en fin, que si esta película la hubiera firmado Ionesco y la hubiera dirigido Spielberg, otro gallo nos hubiera cantado, nos hubiéramos tirado de los pelos, echado las manos a la testa, ahítos de placer extraño, cuánto miedo.