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Voto de Ferdydurke:
7
6,6
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Drama
En el verano de 1962, Olli Mäki aspira al título de campeón del mundo de peso pluma en boxeo. En todas partes, tanto en el campo como en Helsinki, le predicen un futuro lleno de éxito. Sólo tiene que perder peso y concentrarse. Pero, hay un problema, Olli se ha enamorado de Raija. (FILMAFFINITY)
5 de febrero de 2017
22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
- Estoy harto de este circo.
- Este circo paga el combate.
Pelele que no puede comer, follar, pensar y apenas hablar. De acá para allá. Como una marioneta. Entrenando, corriendo, saltando, sudando. Con los patrocinadores, los gerifaltes, la gente.
Como si fueras otro. Como si te hubieran robado el cuerpo (y el alma) y lo hubieran sacado a pasear por ahí con el fin de recaudar dinero, hacer el tonto y que el pueblo sea feliz. Mientras que tú estás en otra parte, lejos de todo, deseando escapar, queriendo ser, algo, cualquier cosa menos este títere desmadejado, desangelado, mareado, atontado y aturdido.
Se narra la preparación, los días previos, de la pelea por el campeonato del mundo. La fecha es el 17 de Agosto de 1962. El rival es un negro americano, el campeón que quiere conservar el título.
Tú eres finlandés, panadero de Kokkola nada menos, y en verdad posees poca experiencia. Pero no se puede decir la verdad, hay que vender la moto. Seguro que Rocky hubiera ganado. Él lo haría por ti.
Pasan los días y los minutos. Al principio cuesta un poco disfrutar esta propuesta cinematográfica un tanto extraña. No sabes muy bien a dónde va o si quiere decir algo. Sientes interés, pero estás despistado. Peleas contra sombras tú también. A veces desfalleces y no entiendes. Pero tienes paciencia. Sabes esperar. Sabes que el momento llegará. Y así es. Al final caen golpes en cascada, generosos, sabrosos, felices y arracimados, con un claro objetivo.
Eres feliz. Todo tenía sentido. O no.
El final es muy bueno. El chiste tenía gracia.
- Este circo paga el combate.
Pelele que no puede comer, follar, pensar y apenas hablar. De acá para allá. Como una marioneta. Entrenando, corriendo, saltando, sudando. Con los patrocinadores, los gerifaltes, la gente.
Como si fueras otro. Como si te hubieran robado el cuerpo (y el alma) y lo hubieran sacado a pasear por ahí con el fin de recaudar dinero, hacer el tonto y que el pueblo sea feliz. Mientras que tú estás en otra parte, lejos de todo, deseando escapar, queriendo ser, algo, cualquier cosa menos este títere desmadejado, desangelado, mareado, atontado y aturdido.
Se narra la preparación, los días previos, de la pelea por el campeonato del mundo. La fecha es el 17 de Agosto de 1962. El rival es un negro americano, el campeón que quiere conservar el título.
Tú eres finlandés, panadero de Kokkola nada menos, y en verdad posees poca experiencia. Pero no se puede decir la verdad, hay que vender la moto. Seguro que Rocky hubiera ganado. Él lo haría por ti.
Pasan los días y los minutos. Al principio cuesta un poco disfrutar esta propuesta cinematográfica un tanto extraña. No sabes muy bien a dónde va o si quiere decir algo. Sientes interés, pero estás despistado. Peleas contra sombras tú también. A veces desfalleces y no entiendes. Pero tienes paciencia. Sabes esperar. Sabes que el momento llegará. Y así es. Al final caen golpes en cascada, generosos, sabrosos, felices y arracimados, con un claro objetivo.
Eres feliz. Todo tenía sentido. O no.
El final es muy bueno. El chiste tenía gracia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Ella es la única luz en ese infierno deportivo tan mediocre y deslucido. Ella es la distancia y el humor. Ella sabe que todo es teatro y que nada de eso importa. Ella le quiere y el resultado da igual. Sabe quien es. Y que el amor es recíproco. Muy grande. Eso es suficiente. Le basta. Es lo más importante. Lo demás es ruido de fondo.
No podría acabar de mejor manera esta película. Cierre sorprendentemente bueno. Pierde la pelea. Rápidamente. Sin contemplaciones ni épica. Como debe ser. Las cosas suelen suceder así. Por mucho que entrenes, suele haber otros mejores. No depende de ti. A ellos les tocó mejor genética, el azar fue más generoso a ese respecto. Pegan más fuerte y más duro. Valen más en ese aspecto. Es así. No hay tu tía.
El epílogo pone la guinda perfecta. Los dos solos. Con eso vale. No necesitan más.
Notas. Me quedo con una mirada anecdótica, pero quizás esencial. En la fiesta posterior al combate, él se va con ella. Un momento antes de salir, observa a su rival. Está solo. Ha ganado y está solo. Es otro deportista profesional. Otro masoquista, otro agonista. Otro que sabe perfectamente lo que eso significa. Convertirte en nada, en una máquina, en un objeto vacío de contenido. Podría ser tal que así, seguramente.
El preparador. Otro gran personaje. Fue como él y ahora está fuera. Ahora es un parásito. Un mercenario. Un relaciones públicas. Necesita que el espectáculo continúe. Aunque sepa, el que quizás mejor lo sabe, todo lo que hay detrás, todo el sufrimiento absurdo que arrastra o acarrea.
Película importante pese a su discurrir vago, moroso, inadvertido. Dice algo (muestra el deporte profesional desde el otro punto de vista posible, el que no vende y no gusta) y lo hace bien. Y no se suele decir. Más bien siempre justo lo contrario. La mentira.
No podría acabar de mejor manera esta película. Cierre sorprendentemente bueno. Pierde la pelea. Rápidamente. Sin contemplaciones ni épica. Como debe ser. Las cosas suelen suceder así. Por mucho que entrenes, suele haber otros mejores. No depende de ti. A ellos les tocó mejor genética, el azar fue más generoso a ese respecto. Pegan más fuerte y más duro. Valen más en ese aspecto. Es así. No hay tu tía.
El epílogo pone la guinda perfecta. Los dos solos. Con eso vale. No necesitan más.
Notas. Me quedo con una mirada anecdótica, pero quizás esencial. En la fiesta posterior al combate, él se va con ella. Un momento antes de salir, observa a su rival. Está solo. Ha ganado y está solo. Es otro deportista profesional. Otro masoquista, otro agonista. Otro que sabe perfectamente lo que eso significa. Convertirte en nada, en una máquina, en un objeto vacío de contenido. Podría ser tal que así, seguramente.
El preparador. Otro gran personaje. Fue como él y ahora está fuera. Ahora es un parásito. Un mercenario. Un relaciones públicas. Necesita que el espectáculo continúe. Aunque sepa, el que quizás mejor lo sabe, todo lo que hay detrás, todo el sufrimiento absurdo que arrastra o acarrea.
Película importante pese a su discurrir vago, moroso, inadvertido. Dice algo (muestra el deporte profesional desde el otro punto de vista posible, el que no vende y no gusta) y lo hace bien. Y no se suele decir. Más bien siempre justo lo contrario. La mentira.