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Voto de Ferdydurke:
3
7,4
12.624
Terror. Thriller. Drama
Carol Ledoux es una bella y reprimida joven belga que vive con su hermana Helen en un apartamento de Londres. Carol experimenta sentimientos simultáneos y contradictorios de atracción y repulsión hacia los hombres; por eso para ella resulta tan incómoda la relación que mantiene su hermana con un hombre casado. Cuando la pareja se marcha de vacaciones, Carol comienza a tener alucinaciones y su mente se desquicia. (FILMAFFINITY)
2 de diciembre de 2016
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Enfermedad. Paranoia. El mundo es o supone una constante agresión a través de los sentidos (esos continuos ruidos, chirridos, pitidos y pequeños y muy desagradables sonidos, teléfonos, timbre, campanas y golpes) y de la psicología (todo es amenaza, especialmente los hombres y el sexo que tienen obsesivamente en la cabeza y a ella como su objetivo principal).
Se confunde la locura con el sarcasmo. ¿Hasta qué punto todo lo que vemos es producto exclusivo de la mente destruida de Carol o por el contrario es solo reflejo exacto de un mundo miserable y desalmado, muy desagradable y feo, bastante ruin y sórdido? Pues seguramente las dos cosas a la vez. Ya que no solo observamos ruinas y desasosiego cuando ella se atormenta, en las escenas en las que no aparece o solo escucha, por ejemplo los hombres en el bar o las lágrimas de la compañera del trabajo cuando cuenta sus penas amorosas, el panorama es igualmente crispado, vulgar y agresivo. Ella, por lo tanto, solo sería un radar especialmente sensible o una caja de resonancia afinada, con un altavoz muy potente, capaz de reproducir hasta el murmullo más tenue de los demás, sería el espejo deformante de una realidad muy deformada o deforme. Su desquiciado mirar es visión distorsionada, por exagerada, de una existencia en general atroz. La locura como horrible desveladora del pliegue siniestro de las cosas, de la bestia que vive agazapada bajo/tras la rutina aparentemente tranquilizadora, las sonrisas y los buenos días de toda la amable gente.
Donde la película quiebra y pierde fuelle es en su sustrato o fundamento, es decir, en la demasiado acelerada precipitación de los hechos luctuosos, en lo poco que está explicado el personaje, en la inverosimilitud de muchas de las acciones y reacciones de todos y en la repetición machacona de unos elementos mínimos (ella se pasea por la ciudad con cara de ida, va al trabajo y está alelada, llega a casa y deambula muy pánfila, sufre alucinaciones y el horror viva que se la come), sin casi variación los mismos efectos o trucos, parecidas imágenes y recorridos, además de una suma inane de tiempos muertos que al principio tienen cierta gracia y crean alguna tensión, pero que según avanza la historia se demuestran minutos vacíos, pedantes e innecesarios, puro relleno. No hay graduación narrativa ni psicológica, es todo forzado, brusco y demasiado morboso por un lado y, por el otro, es muy manierista y recargado, demasiado artificial y moroso, por lo tanto o en resumen es un ejercicio contradictorio que corre cuando debería detenerse a explicarse para así sustentar su historia y que a la vez se remansa cuando no aporta nada más que aparatosidad y pose.
Hay mala uva, mordacidad, una visión esquinada y retorcida de la condición humana, pero la obra es desproporcionada, cargante y vacía en muchos momentos. Le sobran minutos y reincidencias, le falta desarrollo y coherencia.
El estilo es obsesivo y brillante en la utilización de la cámara y la música. Ella está muy bien. Lo mismo que el resto de actores en sus mucho más pequeñas apariciones.
Película que se queda en la intención, en la forma superficial, y que descuida lo fundamental, los personajes, el guion, la profundización.
Se confunde la locura con el sarcasmo. ¿Hasta qué punto todo lo que vemos es producto exclusivo de la mente destruida de Carol o por el contrario es solo reflejo exacto de un mundo miserable y desalmado, muy desagradable y feo, bastante ruin y sórdido? Pues seguramente las dos cosas a la vez. Ya que no solo observamos ruinas y desasosiego cuando ella se atormenta, en las escenas en las que no aparece o solo escucha, por ejemplo los hombres en el bar o las lágrimas de la compañera del trabajo cuando cuenta sus penas amorosas, el panorama es igualmente crispado, vulgar y agresivo. Ella, por lo tanto, solo sería un radar especialmente sensible o una caja de resonancia afinada, con un altavoz muy potente, capaz de reproducir hasta el murmullo más tenue de los demás, sería el espejo deformante de una realidad muy deformada o deforme. Su desquiciado mirar es visión distorsionada, por exagerada, de una existencia en general atroz. La locura como horrible desveladora del pliegue siniestro de las cosas, de la bestia que vive agazapada bajo/tras la rutina aparentemente tranquilizadora, las sonrisas y los buenos días de toda la amable gente.
Donde la película quiebra y pierde fuelle es en su sustrato o fundamento, es decir, en la demasiado acelerada precipitación de los hechos luctuosos, en lo poco que está explicado el personaje, en la inverosimilitud de muchas de las acciones y reacciones de todos y en la repetición machacona de unos elementos mínimos (ella se pasea por la ciudad con cara de ida, va al trabajo y está alelada, llega a casa y deambula muy pánfila, sufre alucinaciones y el horror viva que se la come), sin casi variación los mismos efectos o trucos, parecidas imágenes y recorridos, además de una suma inane de tiempos muertos que al principio tienen cierta gracia y crean alguna tensión, pero que según avanza la historia se demuestran minutos vacíos, pedantes e innecesarios, puro relleno. No hay graduación narrativa ni psicológica, es todo forzado, brusco y demasiado morboso por un lado y, por el otro, es muy manierista y recargado, demasiado artificial y moroso, por lo tanto o en resumen es un ejercicio contradictorio que corre cuando debería detenerse a explicarse para así sustentar su historia y que a la vez se remansa cuando no aporta nada más que aparatosidad y pose.
Hay mala uva, mordacidad, una visión esquinada y retorcida de la condición humana, pero la obra es desproporcionada, cargante y vacía en muchos momentos. Le sobran minutos y reincidencias, le falta desarrollo y coherencia.
El estilo es obsesivo y brillante en la utilización de la cámara y la música. Ella está muy bien. Lo mismo que el resto de actores en sus mucho más pequeñas apariciones.
Película que se queda en la intención, en la forma superficial, y que descuida lo fundamental, los personajes, el guion, la profundización.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Llevaba el mal en el alma desde niña esperando escapar, que le dieran rienda suelta. Hasta que su hermana la dejó libre solo unos pocos días.
El sexo como concentrado, en este caso trastornado, del espanto de la vida, terreno en el cual las personas "se ven obligadas" a intimar y tener contacto físico, máxima expresión de la naturaleza en su aspecto más animal y concreto y turbador o desordenado. Lo contrario de la fantasmal (tal bruja de ultratumba) y elusiva personalidad (¿Hubo abuso en la niñez o nació ya con el diablo y el dolor en el cuerpo? Con ese final "fotográfico" todo queda abierto: ella aparece separada de la familia y con una mirada, no sabemos si hacia el padre o hacia nadie, torcida y llena de aviesas intenciones, parece que no tenga relación con ninguno, parece un eslabón perdido o quizás no tanto ya que la película la trata como si su conducta, su repulsión hacia el sexo masculino, pudiera ser consecuencia de una experiencia traumática de su pasado, probablemente en el entorno familiar, por ello queda la duda, si lo uno, el mal como generación espontánea, desvío congénito sin causa primera, pura casualidad, mal azar, o lo otro, origen psicoanálitico de la ponzoña, acción/reacción ante un maltrato infantil, las dos posibilidades, ejecutora ciega que asesina sin motivo versus víctima herida que devuelve el golpe tarde, en mala hora, pero seguro, son posibles, o eso por lo menos nos parece) de esta dañada diablesa londinense.
El sexo como concentrado, en este caso trastornado, del espanto de la vida, terreno en el cual las personas "se ven obligadas" a intimar y tener contacto físico, máxima expresión de la naturaleza en su aspecto más animal y concreto y turbador o desordenado. Lo contrario de la fantasmal (tal bruja de ultratumba) y elusiva personalidad (¿Hubo abuso en la niñez o nació ya con el diablo y el dolor en el cuerpo? Con ese final "fotográfico" todo queda abierto: ella aparece separada de la familia y con una mirada, no sabemos si hacia el padre o hacia nadie, torcida y llena de aviesas intenciones, parece que no tenga relación con ninguno, parece un eslabón perdido o quizás no tanto ya que la película la trata como si su conducta, su repulsión hacia el sexo masculino, pudiera ser consecuencia de una experiencia traumática de su pasado, probablemente en el entorno familiar, por ello queda la duda, si lo uno, el mal como generación espontánea, desvío congénito sin causa primera, pura casualidad, mal azar, o lo otro, origen psicoanálitico de la ponzoña, acción/reacción ante un maltrato infantil, las dos posibilidades, ejecutora ciega que asesina sin motivo versus víctima herida que devuelve el golpe tarde, en mala hora, pero seguro, son posibles, o eso por lo menos nos parece) de esta dañada diablesa londinense.