La costra viscosa de lo abyecto, del pecado nefando, del fracaso, de la derrota, de la miseria y el dolor.
Una naturaleza generosa y romántica, puro mar y montaña, sirve de hermoso marco a esta exploración abismal del mal.
Un expresionismo suavemente paródico para retratar a los miembros malditos de este purgatorio, de este infierno blando y espantoso. Como detenidos en el tiempo, muertos en vida, fantasmas ominosos que se aparecen en este cuento gótico, en esta pesadilla alucinada; sueño tortuoso y enfermizo.
Una película ampulosa y pretenciosa que domina sus ansias y ambiciones con un humor retorcido y una apabullante belleza formal, que se mueve entre dos poderes, el de la fotografía, pegajosa y etérea, y el de la música, gélida y perturbadora, y que trata de contener su desaforada tendencia a la abstracción más simbólica a través del ropaje esquinado de una investigación, cuasi policial.
Se trata de lavar culpas indelebles. Se deben conformar con sobrevivir.
Una obra que se alza del (sub)suelo, desde las alcantarillas eclesiásticas, para crear un cuadro raro y precioso, pura alquimia, veneno aquilatado y esencial.
Su castigo, su penitencia será malévolamente necesaria.