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Voto de Ferdydurke:
8
6,6
15.909
Romance. Drama
Leonard (Joaquin Phoenix) es un joven psicológicamente inestable que intenta recuperarse de su última crisis bajo la atenta mirada de sus padres. Inesperadamente entran en su vida dos mujeres: la encantadora y sencilla Sandra (Vinessa Shaw), hija del nuevo socio de su padre, y Michelle (Gwyneth Paltrow), una misteriosa vecina que parece no encajar en un barrio tan anodino. (FILMAFFINITY)
26 de noviembre de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Amigos y vecinos. La edad de la inocencia. Match Point.
¿Se pueden juntar con impunidad el gran humor y la buena poesía, la joda jocunda y la exquisita sensibilidad, la lírica y la picaresca?
¿Es posible crear un personaje que sea tantos opuestos y contradicciones a la vez: miserable e idealista, muy mentiroso y el más sincero, tan tramposo, pringado e inútil como valiente, brillante y encantador, taimado y puro, desvalido y traicionero, delicado y falsificador?
¿Y una película que tenga la forma y los modos de un thriller, con toda su intriga y suspense, el miedo al abismo, la tensión insoportable, espías, impostores, ventanas indiscretas, azoteas y lujurias, traiciones, infidelidades, abortos, conspiraciones, complots, negocios familiares, infiltrados, polizones, polizontes y polisones y hasta un tesoro, y que su fondo lo compongan los sentimientos, los vulnerables afectos, la fragorosa alquimia de los cariños y el suave desgarro de los amores?
Una rareza maravillosa. Una gozada llena de libérrima, fabulosa extrañeza.
Una película que parte de un exacto realismo para desembocar en un abstracto ensayo. Desbocada y bifurcada narración; entre la cotidianidad más banal y la reflexión más profunda, dividida, escindida, con alma de bolero y mirada de psiquiátrico; precisa y exhaustiva; bella, honda y hermosa.
Un tipo autodestructivo que quiere escapar de su vida programada, un niño grande con anhelos de absoluto que no se conforma con lo que le toca y que está dispuesto a vender el mundo (con su alma y sus padres incluidos) por un poco de gloria (amorosa).
No acepta la realidad tal cual y la enfrenta huyendo, escapando, fingiendo, ocultando, jugándoselo todo a una carta, suicida, abismal, imposible.
Una mirada despiadada sobre la condición humana, concretamente sobre las relaciones que establecemos, las amorosas las primeras, entendidas como un atroz mecanismo, salvaje, de lógica puramente capitalista y despiadada, ciencia mercantil, clínico desvelo. Lucha de poder feroz, de clases, de categorías sociales y económicas. El amor como campo de batalla en el que los más débiles sufren la extorsión de los más fuertes, sistema piramidal. Relaciones estructuradas en orden meramente jerárquico, de arriba abajo, explotadores y explotados. En una sucesión infinita y viciada, en una cascada ininterrumpida en la que siempre uno pisa a otro, como desgracia inevitable, fatal, como peste contagiosa, mortal.
¿Se pueden juntar con impunidad el gran humor y la buena poesía, la joda jocunda y la exquisita sensibilidad, la lírica y la picaresca?
¿Es posible crear un personaje que sea tantos opuestos y contradicciones a la vez: miserable e idealista, muy mentiroso y el más sincero, tan tramposo, pringado e inútil como valiente, brillante y encantador, taimado y puro, desvalido y traicionero, delicado y falsificador?
¿Y una película que tenga la forma y los modos de un thriller, con toda su intriga y suspense, el miedo al abismo, la tensión insoportable, espías, impostores, ventanas indiscretas, azoteas y lujurias, traiciones, infidelidades, abortos, conspiraciones, complots, negocios familiares, infiltrados, polizones, polizontes y polisones y hasta un tesoro, y que su fondo lo compongan los sentimientos, los vulnerables afectos, la fragorosa alquimia de los cariños y el suave desgarro de los amores?
Una rareza maravillosa. Una gozada llena de libérrima, fabulosa extrañeza.
Una película que parte de un exacto realismo para desembocar en un abstracto ensayo. Desbocada y bifurcada narración; entre la cotidianidad más banal y la reflexión más profunda, dividida, escindida, con alma de bolero y mirada de psiquiátrico; precisa y exhaustiva; bella, honda y hermosa.
Un tipo autodestructivo que quiere escapar de su vida programada, un niño grande con anhelos de absoluto que no se conforma con lo que le toca y que está dispuesto a vender el mundo (con su alma y sus padres incluidos) por un poco de gloria (amorosa).
No acepta la realidad tal cual y la enfrenta huyendo, escapando, fingiendo, ocultando, jugándoselo todo a una carta, suicida, abismal, imposible.
Una mirada despiadada sobre la condición humana, concretamente sobre las relaciones que establecemos, las amorosas las primeras, entendidas como un atroz mecanismo, salvaje, de lógica puramente capitalista y despiadada, ciencia mercantil, clínico desvelo. Lucha de poder feroz, de clases, de categorías sociales y económicas. El amor como campo de batalla en el que los más débiles sufren la extorsión de los más fuertes, sistema piramidal. Relaciones estructuradas en orden meramente jerárquico, de arriba abajo, explotadores y explotados. En una sucesión infinita y viciada, en una cascada ininterrumpida en la que siempre uno pisa a otro, como desgracia inevitable, fatal, como peste contagiosa, mortal.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
El Jerarca o empresario (el gran Elias Koteas desde, por lo menos, Atom Egoyan hasta ahora) de medio pelo torea, se ríe en la cara de la secretaria. La secretaria, que es la representación de la belleza femenina, es una trepa que quiere más y que no se conforma con lo que tiene más cerca y a mano, le parece, aunque no se lo demuestre la bellaca, una pura birria el paria (no tanto, la empresa familiar respalda al pobre truhan) desequilibrado que la pretende, ella aspira a un tipo que la retire, se supone, o la ascienda, eso parece más difícil, por lo menos que la mantenga (le pone piso y eso ya es un aviso y un claro indicio, una forma de relación mercantil). Y el protagonista, el inmenso Phoenix (absurda, deliciosa interpretación, contorsionada, delirante utilización de su cuerpo atrabiliario en aras de la invención de un comportamiento tan cómico y desquiciado, tan tierno y bizarro), sufriendo las constantes humillaciones de la rubia traidora y, a su vez, abusando sin piedad, mintiendo constantemente, a la morena buena que es la última de la fila y que, de hecho, la pobre, de nada se entera, de lo poco que cuenta, y gracias, en esa selva enredada de pobres seres tan tramposos como necios.
La utilización/tecnificación (productos y cuentas de resultados) del llamado amor, el intercambio comercial de afectos y fluidos como motor auténtico e imperturbable de la sociedad.
El final es magnífico. Perfecto. Encajan todas las piezas. Se reajustan las parejas y se cierra en abierto, en un implacable y jocoso final feliz. Es un broche seco y lleno de cruel lucidez a una historia increíblemente triste y graciosa, para llorar como un mar por nuestra penosa condición y para no poder parar de reír por la forma en cómo nos engañamos al respecto e intentamos engañar a los demás.
Al final vuelve y se adapta, encaja, finge, rinde, es uno más, de la familia definitivamente. Pero... ¿será la adaptación final o solo un leve lapso antes de otra espantada, de una nueva caída en la fe y la pena?
Tragicomedia. Suavemente, de lado, en voz baja, para que nadie se dé cuenta, para que no (se) corra el rumor y la gente caiga en la cuenta, para que no se descubra el velo y todo se venga abajo. Es una película de contrabando, de tan normal y tonta y sencilla que resulta secreta (publica), de tan transparente es incompatible, invisible, hasta (la) otra. Un bicho palo raro que nadie lo quiere. Un amor insólito para espectadores como tú.
Yo sí cogeré el avión. Allí, en la amada San Francisco (https://www.youtube.com/watch?v=7I0vkKy504U), te esperaré.
La utilización/tecnificación (productos y cuentas de resultados) del llamado amor, el intercambio comercial de afectos y fluidos como motor auténtico e imperturbable de la sociedad.
El final es magnífico. Perfecto. Encajan todas las piezas. Se reajustan las parejas y se cierra en abierto, en un implacable y jocoso final feliz. Es un broche seco y lleno de cruel lucidez a una historia increíblemente triste y graciosa, para llorar como un mar por nuestra penosa condición y para no poder parar de reír por la forma en cómo nos engañamos al respecto e intentamos engañar a los demás.
Al final vuelve y se adapta, encaja, finge, rinde, es uno más, de la familia definitivamente. Pero... ¿será la adaptación final o solo un leve lapso antes de otra espantada, de una nueva caída en la fe y la pena?
Tragicomedia. Suavemente, de lado, en voz baja, para que nadie se dé cuenta, para que no (se) corra el rumor y la gente caiga en la cuenta, para que no se descubra el velo y todo se venga abajo. Es una película de contrabando, de tan normal y tonta y sencilla que resulta secreta (publica), de tan transparente es incompatible, invisible, hasta (la) otra. Un bicho palo raro que nadie lo quiere. Un amor insólito para espectadores como tú.
Yo sí cogeré el avión. Allí, en la amada San Francisco (https://www.youtube.com/watch?v=7I0vkKy504U), te esperaré.