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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
8
Drama Manuela (Itsaso Arana) y Olmo (Francesco Carril) son una antigua pareja que se vuelven a encontrar quince años después. Cuando eran unos adolescentes estuvieron enamorados, pero se separaron. Se trata de una película sobre el tiempo; o sobre la conciencia del tiempo: del tiempo perdido y del recuperado; sobre lo que recordamos de nosotros mismos y lo que no; sobre las palabras, los gestos y los sentimientos a los que seguimos guardando ... [+]
2 de octubre de 2016
31 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya está. Se acabó. Soy del club de fans de una puta vez. Jonasiano. Quiero llegar a los ochenta años con él. Me convenció y robó el corazón. Se acabaron mis dengues y melindres. No puedo más con él. Me rindo. Renuncio a todo mi satánico orgullo. Me venció.
De hecho, es la gran esperanza blanca de nuestro cine. Hace tiempo que dejó atrás a sus mucho más mediocres familiares cineastas, corramos un tupido velo, y ahora, diría, está prácticamente solo en la cumbre de nuestro solar o erial patrio, toda la responsabilidad recae sobre sus frágiles y exquisitas espaldas. Veremos.
Es más, todavía me pregunto cómo no es moda, taquillazos, tumultos, aglomeraciones, estrenos, "photocall", Goyas, Los Ángeles, qué sé yo, debería ser tendencia y calor, color, dejar en ridículo a los juegos del crepúsculo y te tengo muchas ganas, Moccia. Algo anda muy mal en el mundo para que no nos lo quiten de las manos y nos lo dejen disfrutar solo a cuatro sibaritas delicuescentes, viciosos pecaminosos y corazones solitarios.
Vale.
Un prodigio. Si son tres actos, el primero es maravilla, dulzor y locura, un regalo, una ofrenda, no nos lo merecemos. Una escala mística, una accesis truncada pero bella al cielo del amor imposible, atemporal, doloroso. Encuentro-carta-restaurante-bar-baile-despedida-moto... El segundo es corto y perfecto. Un juicio sumarísimo. Sutil, elegante, otro pasmo. El tercero es más discutible. Se quiso explicar demasiado. Trató de redondear la historia, de contarlo todo, de cerrar el sentido. Y así la humanizó y la vulgarizó, le quitó poesía y magia y ambigüedad. En verdad tampoco está nada mal, todo encaja y es bueno, los personajes cobran mayor hondura si cabe, pero el modo es tosco, redundante, y los actores y el tono, todo, se allana, no pierde encanto, pero sí fulgor, delicia, rocío mañanero.
Y si nos atenemos literalmente a lo que parece que se repite, y se canta, el asunto principal sería la idea del balbuceo y la torpeza en su relación directa con el juego del amor, de su sacralidad siempre nueva e inexperta, da igual la experiencia o la edad.
Vuelve a darnos música (gracias otra vez por tener el valor y el buen gusto de no cortar las canciones, se agradecen mucho esos pequeños conciertos, esos momentos tan "reales") y libros. Pero diría que se nota la madurez, la destilación de su precioso estilo, hizo lo que le pedimos (es evidente que nos lee con atención, somos su faro, su luz, su guía, no pierde ripio) en su día, desde el principio de los tiempos, cuando vimos el talento sin todavía pulir, asilvestrado, es decir, que abandonara la tentación de la acumulación vanidosa de gracias y citas, que no exhibiera constante y obsesivamente su exquisitez y sensibilidad de manera tan forzada, que dejara el ombligo a un lado y se esforzara en contar una historia, en crear personajes de carne y ficción, y así lo ha hecho. Y le agradecemos que haya confirmado una vez más que siempre tenemos toda la razón, algo palmario, que cae por su propio peso.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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