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Voto de Roman Aixendri:
7
Western En Texas, dos años antes de estallar la Guerra Civil Americana, King Schultz (Christoph Waltz), un cazarrecompensas alemán que sigue la pista a unos asesinos para cobrar por sus cabezas, le promete al esclavo negro Django (Jamie Foxx) dejarlo en libertad si le ayuda a atraparlos. Él acepta, pues luego quiere ir a buscar a su esposa Broomhilda (Kerry Washington), esclava en una plantación del terrateniente Calvin Candie (Leonardo DiCaprio). (FILMAFFINITY) [+]
1 de febrero de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tarantino es el rey de los homenajes, todas sus películas están llenas de argumentos, escenas o planos de otros films. A parte, Tarantino, también es el rey de crear situaciones desagradables y tensas, tal y como sucede al inicio de Django. El director norte americano es un artista en crear confrontación aunque la confrontación sea un mecanismo generado para que el espectador desee que redunde en explosión de violencia. Digamos que Quentin engrasa al actor para que este se deje llevar por escenas de delirante violencia sin sentirse del todo mal por ello.

Su suspense no es silencioso sino barroco, lleno de frases a cada cual más profunda y con altas dosis de competitividad, de absurdo, de pseudociencia y de existencialismo pop. Django es pop y como todo Tarantino también es quitsch. No me importa lo que pretenda Tarantino con sus obras, lo que me interesa es lo que transmiten éstas. Django es, como todas las demás creaciones de susodicho autor, un despliegue de violencia justificada por la tensión que llama a estallarpuesto que allí donde se genera tensión es necesario que haya vías de escape.

En este sentido cabría decir que Tarantino provoca en el espectador un síndrome de Estocolmo con sus proyectos. Primero le violenta y después le desata, provocando en el visionador un anhelo de crueldad, ya sea ésta gratuita o no. Su perversidad es la de convertirnos en cómplices de miles de matanzas a sangre fría o caliente. Hitchcock también era un maestro de este arte, si es que cabe llamarlo arte. Demostrando ambos realizadores ser grandes conocedores de los mecanismos de conducta y de generación de deseo de los humanos.

También se aprovecha Quentin de algo que considero fundamental para el funcionamiento de sus películas y esto es el hecho de que los norteamericanos amen las armas y amen utilizarlas. Porque lo que está claro es que en un país donde la tenencia de armas es un derecho fundamental también ha de serlo poder hacer uso de ellas. Peor aún, la tenencia de un objeto obliga a su uso. Sino se está de acuerdo con ello, háganse una pregunta. Cuando compro un objeto ¿lo compro para usarlo o para evitar usarlo? La respuesta es clara, la tenencia invita al uso de una manera casi obligatoria. Tarantino aprovecha esta situación para que nos parezca a todos los espectadores del mundo un hecho normal y común que el hecho de que toda una sociedad lleve armas haga uso de ellas, las despliegue y las amortice. Al fin y al cabo hoy en día la mayoría de productos comprados no se amortizan, Tarantino invita a ello, aunque sea de un modo artístico y con una propuesta armamentística (no quiero entrar en su intención ética si es que la hubiese).

En Django se despliega todo lo dicho y de un modo casi perfecto. Sin embargo el tercer acto se resuelve de un modo rápido, un tanto ilógico y por los pelos. Es como si a Tarantino le faltase un mecanismo de acción y hubiese forzado la maquinaria. La tercera parte hace que baje muchos puntos y si no fuera porque las dos primeras partes, sobre todo la primera, son geniales el film no pasaría de aprobado.

Los actores como siempre son dignos de admirar. Waltz es un actor que le imprime a sus personajes un halo no solo de veracidad sino de profundidad inusitada. Sus gestos, su lenguaje no verbal está altamente sincronizado en intención con el verbal. Waltz consigue que le admiremos y le odiemos a la vez. Del mismo modo sucede con Di Caprio. Waltz tiene la suerte de no ser el guaperas y no verse así limitado por ello. De Washignton no sabría qué decir, no me parece un personaje convincente del todo, sobre todo a partir de la última parte. No es culpa del actor y por este mismo hecho cuesta valorarlo objetivamente. Jackson sí que hace un gran papel, Jackson es grande.

Pero hay una cosa que no me acaba de convencer de Tarantino y esto es su afán por hacer justicia, contra los nazis en Malditos Bastardos y con los esclavistas en Django. Tarantino ridiculiza a nazis y esclavistas para hacer justicia con ellos. Tal y como hace con los cazurros del ku klux klan que aparecen en este film. Los banaliza de la misma manera que banaliza a los nazis. No es que me parezca mal es que fuerza algunos aspectos del film. Lo hace de un modo tan exagerado que queda anacrónico y inverosímil. Quizás es lo que pretende, que veamos el cine como una exageración tan grande de la realidad que no la confundamos con ella. Sin embargo es de estos aspectos de los que dudo, que tenga pretensiones y como dudo de ellos he de decir lo que me inspira i Django es técnicamente un muy buen film. A nivel de guión un film bueno hasta el tercer acto y en cuanto a ideología, no deja de ser norteamericano. Primero me atacan y después hago una matanza justificada. Eso es USA y esto es el cine de Tarantino salvo que éste último no es maniqueista como el ejército de su país porque Tarantino se redime de la simplicidad moral haciendo que sus personajes no sean héroes sino todos villanos y en este punto el director consigue captarme.
Roman Aixendri
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