Kaurismäki rinde homenaje a la Capital Europea de la Cultura en 2012 con uno de los cuatro segmentos de la antología Centro histórico.

Guimarães, ciudad cuna de la nación portuguesa, es el escenario para las desventuras de un finlandés desencantado. Sello inconfundible, el patetismo con el que el director afronta su historia va más allá de la adaptación cultural. El discurso de Kaurismaki está por encima de fronteras. La lucha diaria de los personajes va contra la indiferencia del sistema. De enfoque proletario y estima herido. Transistor que sitúa, que dramatiza.

La esperanza en un ramo que trasnocha abandonado. Podría ser Finlandia, pero es el mundo.