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Voto de La puerta de Tannhäuser:
8
Drama Un autobús escolar se despeña montaña abajo y se hunde en un lago helado. En el accidente mueren todos los niños del pueblo. El abogado Mitchell Stevens se entrevista con los padres, reabre sus heridas del pasado y les propone llevar el caso a los tribunales. (FILMAFFINITY)
25 de octubre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Posiblemente la película masculina mas sensible que se pueda ver. Los miedos del pasado y la pesadilla del presente se enlazan para mostrar al mundo que el sentimiento y la pena no tiene genero ni edad.

Como de un relato maldito, el flautista de Hamelin basa su relato de experiencias como la del bus escolar accidentado.

Una mujer enamorada de la inocencia infantil es la chofer de un bus escolar que sufre un accidente donde mueren casi todos los niños de un pueblo canadiense. El estado de shock de la población es interrumpido por un abogado que intenta luchar contra seguros e indemnizar lo máximo posible.

¿Compensa el dolor algo material? La pena es tan desoladora que no hay consuelo por la perdida de un futuro colectivo. Un futuro desolador y frío que no es predecible y que es tan cruel como puede ser la magia de un flautista cabreado con ansias de venganza.

La perdida de un hijo no solo se refleja literal. La perdida es algo que poseías y se escapa. Que controlabas y se aleja. Que amabas y se aprovecha. La perdida es la vulnerabilidad del sentimiento afectivo mas grande de un hombre, la protección.

En este relato se plasma el frio exterior como soledad, incertidumbre, desamparo, miedo, oscuridad. Y contrasta con la calidez interior, sus luces, la sensación de calor o la compañía.

Aquí nadie es perfecto y los sentimientos son tan puros que la lagrima brota sin esfuerzo.

Atom Egoyan no expone la figura paterna como algo hermoso, capaz de amar a pesar de todo, pero nos equilibra la balanza con maldades tan posibles como la misma muerte. También nos expone la figura del hijo como algo vulnerable y delicado, capaz de amar a pesar de sufrir, pero también equilibra la balanza con llamadas telefónicas que golpean el alma.

Que maravilla poder disfrutar de dos actores en estado de gracia como son Ian Holm y Sarah Polley. Ambos maltratados por el amor mas incondicional, el de un padre y una hija. No comparten familia, pero sí la desolación por el egoísmo de alguien que no juega de manera justa.

La figura del abogado como salvación, resulta tan inútil como el curandero que alimenta su "dón" con gente perdida. Es tan triste el destino de los niños de ese autobús como del tullido que no alcanza la cueva. En la perdida hay rabia. La hay en los padres de ese pueblo y existe en ese padre que escucha y observa a quien no escuchó la melodía del flautista.

Triste historia contada con sutileza. Hermosa metáfora de la perdida de rumbo y lo incierto del futuro. Ver como Ian Holm cuenta como casi pierde a su hija es de las escenas que jamás olvidaré.
La puerta de Tannhäuser
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