Ingenuidad crepuscular. Temores del pasado gritando su presencia. Misterios de desamor. Homosexualidad latente. Triste soledad que incapacita el autoestima. Opresión afincada. Trepas, rebeldía y dignidad. Heridas de honor patriarcal. Deseos escondidos con maldad desbocada. Presencias en off eclipsando personajes.

Se logran innumerables aciertos. Su puesta en escena es firme. Hitchcock juega como nadie con las atmósferas opresivas. Se abastece de escenarios. El soporte actoral es fuerte y carismático. El técnico, potencia sensorialmente.

El brusco cambio de tono y género en su segunda mitad juega en su contra. La visual narrativa inicial se siente reemplazada por la retórica detectivesca de menor riqueza contemplativa, resoluciones de credulidad ligera al margen.

Icónica obra de pretenciosidad contenida.