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Estados Unidos Estados Unidos · Bon Temps (Louisiana)
Voto de RandolphCarter:
9
Aventuras. Acción. Fantástico Un niño que pertenece a una tribu primitiva graba en su memoria los rostros de los guerreros que han exterminado a su familia y a él lo han vendido a unos mercaderes de esclavos. Años después, el joven se ha convertido en un forzudo y valiente guerrero. (FILMAFFINITY)
24 de enero de 2010
30 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ah, que recuerdos cuando yo era un pitufillo brincante, jugando a empuñar acero cimmerio, cercenando cabezas de sectarios idólatras de reptiles. Ya sabemos que el recuerdo lejano mitifica aquello que tanto nos gustó de imberbes, y al retomar el visionado de ciertas películas nos damos cuenta de que o ellas han envejecido muy mal o tú tienes un criterio muy diferente al de antaño. Y a veces no. A veces, hay buenos films que aún con sus defectillos, a pesar de que contengan efectos especiales obsoletos y su musculoso protagonista goce de una inmutable expresión de vieira patagónica, resisten la mella de Cronos y conservan su capacidad de evasión intacta, como Conan el Bárbaro.

Muchos films de aventuras ya quisieran tener tal claridad expositiva y ritmo firme como el que imprimió John Milius a las beligerancias del héroe por antonomasia del género de espada y brujería. A esto cabe sumarle una de las bandas sonoras -de mis favoritas de todos los tiempos- más emblemáticas del malogrado Basil Poleuduris , que tributa épica magnitud al relato, custodiando y preponderando los diferente pasajes de nuestro viaje a tierras hostiles. Dicho viaje no es la adaptación de algún relato concreto de Robert E. Howard, padre de la criatura, sino que mezcla elementos característicos del personaje para modelar una especie de reinvención del bárbaro desde sus orígenes.

Los elementos fantásticos tan presentes en la letra impresa son reducidos en el celuloide a momentos puntuales: la bruja, la serpiente gigante, los semidioses de la muerte en el desierto, el propio Tulsa Doom; para ofrecer un fresco con tintes pretendidamente realistas de la Era Hyboria. De esta manera, el director logra que nos zambullamos con gusto en las sanguinolentas proezas del forzudo, rebozadas en un vivificante espíritu nietzscheniano ya sintetizado en su prólogo: "aquello que no nos mata, nos hace más fuertes". Puro entretenimiento nihilista en una de las producciones más emblemáticas del cine de aventuras ochentero, desgraciadamente mancillada por una desafortunada y "destructora" secuela.
RandolphCarter
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