Los artistas hacen arte, pero no son perfectos, por lo tanto, son falibles. Los genios siempre son genios, y hagan lo que hagan, es la leche, como Dalí fundiendo relojes. Hay quien va de artista y hay quien lo es. Hay quien va de genio y hay quien lo es. Tim Burton es artista y va de genio, pero no es un genio, y por lo tanto, a veces la caga como todos los artistas alguna vez. Hasta aquí todo normal.

Lo que no es normal es que se nos venda esta película como la traslación definitiva de dos obras maestras de la literatura en un solo film a manos de un genio, porque ni de broma esto recoge las intenciones ni las dimensiones de los relatos "Alicia en el país de las maravillas" y "Alicia a través del espejo" de Lewis Carrol. No me he dormido por las 3D, pero es que si no, no creo que aguantase semejante despropósito digital hasta el final, que parece que haya ido a ver Shreck 35, o algo así. No hay vida, no hay gracia, no hay emoción y el guión no es más insulso porque no puede. Mi querida Mia Wasikowska, que con tan excelentes dotes interpretativas me deslumbró frente a Gabriel Byrne en la magnífica serie “En terapia”, está totalmente fuera de lugar con una actuación tirando a mediocre, que nos da igual lo que le pase a ella y al reino de los flipaos. Lo que debería ser caos, locura y libertad se torna confusión, tedio y complacencia con las audiencias palomiteras, en una cinta que para nada capta la rebeldía de espíritu que Carrol imprimía a su obra.

Me gustan mucho la mayoría de films de Burton, pero tenemos que ser sinceros y acotar su campo de efectividad, porque cuando se mete en camisas de once varas, la caga. Le pasó con “El planeta de los simios” y le pasó ahora. Porque es un artista, un gran artista. Pero no un genio. ¿Veis la diferencia?

Si eres burtoniano de pro, dale al NO.
Si no, tranquilo, tú mismo, no me ofenderé. No soy ningún genio.