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Estados Unidos Estados Unidos · Bon Temps (Louisiana)
Voto de RandolphCarter:
6
Comedia. Drama. Thriller En 1937, en plena guerra civil, tropas republicanas irrumpen en un circo, durante el espectáculo, con el objetivo de reclutar a sus empleados para luchar contra las tropas nacionales. Mucho tiempo después, en los últimos años del franquismo, dos payasos (Carlos Areces y Antonio de la Torre) luchan por el amor de una atractiva trapecista (Carolina Bang). (FILMAFFINITY)
31 de diciembre de 2010
18 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Balada triste de trompeta” supone el exorcismo personal de los demonios que colonizaron la mente de Álex de la Iglesia, un compendio formal y temático de sus films anteriores y una purga de la cultura popular del tardofranquismo, perpetrada a base de meter en la picadora a “El día de la bestia”, Fofito, Miliki, Tod Browning, Franco, “Muertos de risa”, ETA, “Holocausto Caníbal”, Raphael, “800 balas”, Kojak, el Valle de los Caídos, “La comunidad”, Hitchcock... El resultado de tan ecléctica papilla es un caos reptante, un guiñol excesivo y altamente irregular; a ratos genial y a otros, fallido.

Momentos sublimes de un pulso cinematográfico intachable se conjugan con pasajes de dudosa calidad, secuencias caprichosas que no aportan nada a la trama o directamente entrecortan la tensión de algún que otro clímax (véase el motorista volador al respecto). Los géneros se entrecruzan más o menos afortunadamente una y otra vez para dar forma a un espectáculo circense en todos sus niveles a través de la acción, el gore, el drama, la comedia negra, el romance y el terror; sobre todo el terror como filtro categórico de la memoria histórica de la posguerra.

Es innegable su poderío visual, su valentía automutiladora, aunque no tanto la originalidad de su núcleo. Si bien el espectáculo bizarro y multirreferencial que se desarrolla pueda formalmente epatar los sentidos a golpe de efecto, en el fondo es la sencilla historia del deseo destructivo de dos seres mutilados física y anímicamente, que pugnan por los favores de una trapecista de tendencias masoquistas. O los hijos desmembrados de la derecha y de la izquierda que acometen un pulso a muerte por los restos de un naufragio victimista, llamado país.

Una marcianada esperpéntica que pudo haber sido la obra definitiva del director y se queda en un experimento curioso. Es graciosa y terrible, es sádica y sensible, es grotesca y lúcida en su carga alegórica. Porque yo no he visto el enfrentamiento de dos Españas, yo he visto una sola, una deforme, nihilista, esquizofrénica y que, en la turbación que le produce la imagen que le devuelve el espejo, se devora a sí misma bajo la sonrisa cicatrizada de dos payasos que ya sólo saben llorar sangre por lo perdido en la batalla.
RandolphCarter
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