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España España · Somewhere over the rainbow
Voto de iñaki:
7
Drama Antes de Elvis, Elton John y Madonna, existió Liberace: pianista virtuoso, artista exuberante, habituado a la escena y a los platós de televisión. Liberace apreciaba la desmesura y cultivaba el exceso, dentro y fuera del escenario. Un día de verano de 1977, el joven y guapo Scott Thorson entra en su camerino y, a pesar de la diferencia de edad y del medio social, los dos hombres empiezan una relación secreta que duraría varios años.
2 de septiembre de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Liberace, a mi parecer, es el más acabado ejemplo de lo kitsch: pianista virtuoso, podría haber desarrollado una carrera más o menos brillante en los circuitos de música culta, pero prefirió ofrecer su talento a un público menos cultivado. En sus espectáculos alternaba la música clásica y la popular equiparándolas en un precursor ejercicio de banalización postmoderna. Pero lo más llamativo de su arte fue el arropar esta pirotécnica musical con una parafernalia visual de procedencia igualmente bastarda, delirantemente artificiosa y barroca.
Su enorme popularidad se cimentó, más que en sus grabaciones, en sus apariciones en TV y, sobre todo, en sus actuaciones en directo, en las que hacía alarde de su amaneramiento. Sin embargo, luchó activamente para defenderse de los rumores sobre su homosexualidad. La pesadísima máscara que llevaba sobre y bajo la piel ponía en evidencia lo que él intentaba ocultar. Su muerte por sida, en aquellos primeros años de estigmatización social de la enfermedad, confirmó oficiosamente lo que era un secreto a voces.
Interesante y contradictorio personaje. ¿Fue un valiente que restregó ante las narices de la sociedad un comportamiento aborrecido y despreciado? ¿Fue un cobarde incapaz de superar los prejuicios de su época y de reconocerse? Las dos cosas y más, según cuenta una de las personas que le quiso, Scott Thorson, uno de sus últimos amantes y que tampoco se reconocía como homosexual. Porque, aparte del drama humano, en la historia también se refleja la progresiva aceptación social de la homosexualidad, que comenzó en el periodo que retrata la película y que tuvo un hito en el reconocimiento público de su condición por Rock Hudson antes de morir de sida. Y en esas estamos.
Película impensable en los años en los que está ambientada, se beneficia de la entregada interpretación de dos actores perfectamente integrados en el star-system, Michael Douglas y Matt Damon, magníficos en unos papeles que en otros tiempos hubieran supuesto un desafío a la industria, pero que en la actualidad sólo suponen una buena oportunidad de lucimiento, prótesis y postizos incluidos. Graciosísimo Rob Lowe como un cirujano plástico plastificado que parece una parodia. Impagable Debbie Reynolds como la mama del artista. Y todo con la claridad expositiva que caracteriza el cine de Soderbergh, al que, como al pastorcillo del cuento, ya no le creemos cuando grita "Lobo!".
iñaki
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