Voyage, Voyage de Desireless, hilo musical a lo largo de toda la pelicula, nos invita desde el inicio a un viaje sagrado sin destino, a la introspección de sí mismo, a la confluencia de identidades de dos personajes aparentemente antagónicos – es la propuesta sencilla y intimista (y a veces un poco lenta) de Compartimento 6 que nos hace atravesar en tren algunos de los territorios más hostiles de la Rusia de los 90.

Solos los que conocen su pasado conocen mejor su presente. Ese es el motivo de fondo que impulsa a Laura a lanzarse a descubrir los petroglifos de Murmansk.

Ella, una estudiante bobo finlandesa que frecuenta círculos pedantes de intelectuales en Moscu que recitan a Pelevin y Ljoha, un minero ruso de maneras bruscas y poco educadas, comparten compartimento de segunda clase juntos en tren. Desde el inicio, el encuentro entre los dos personajes es fortuito y los prejuicios aún mayores. Las experiencias compartidas durante el viaje, junto al Vodka y Conac, se encargarán de desenmascarar un camino hacia los lugares comunes de dos almas gemelas, donde las apariencias se confunden y las identidades convergen con la cadencia rítmica del tren.

Como Kuosmanen logra retratar con eficacia y solvencia durante el film, lo importante no es el destino final, sino el camino, el aprendizaje del viaje, libre de prejuicios y una continua disposición a redescubrirse. Que mejor que un viaje sideral compartiendo tren con Laura y Ljoha para remontar a sus orígenes ¡!