La vida de Adéle es la vida de cualquiera de nosotros. La película, aunque no se nota la transición, está dividida en dos partes. En la primera Adéle es una chica de instituto, insegura, que tiene sus primeros tropiezos amorosos, que quiere ser una más del grupo, pero que siente que no encaja del todo en el mundo. En la segunda parte, ya es una joven adulta, con su trabajo, con su pareja estable, y que empieza a sufrir las desventajas de la vida conyugal.

Aunque la película dura 3 horas, al final anuncia que habrá una segunda película continuando la vida de Adéle. Temía que las 3 horas se hicieran eternas, pero la verdad es que después de hora y media hice un descanso para hacer unas tareas, y luego la retomé con el mismo interés que cuando la dejé.

Me ha gustado mucho esta película, su forma sincera de enfocar los temas complicados y los sentimientos. También que tenga escenas de sexo tan francas y sin tapujos. No hay muchas películas así en las carteleras. Corren malos tiempos para la lírica.

En cuanto aparece la protagonista, Adèle Exarchopoulos, ya queda claro que la película es francesa. Sienten una especial morbosidad por las jovénes de cuerpos esculturales y caras aniñadas. Así de pronto se me vienen a la cabeza Katherine Heigl y Laetitia Casta, pero la lista es larga.

Sólo hay una cosa que me ha resultado desagradable: un exceso de mucosidad en algunas escenas melodramáticas.