Aunque se trate de una dupla que cosechó algo de aceptación por señoritas y se muestre la simpatía untada con algo o nada de gracia. Sam y Cat, posee una popa empalagosa, dolente, insoportable, chirriante, estúpida y en muchos casos, chistes que todo(a) hiperactiva malcriada la entenderá mejor si es se va golpeando con un objeto en la cabeza. Esa impotencia y prepotencia característica que se volvió ícono de Dan Schneider, ahora acusado presuntamente de actos horrendos a sus actrices, de desvelar el lado atorrante de la pre-adolescencia y adolescencia que a veces le sale verde o en otras rojas. Acá le salió como una manzana acaramelada masticada por 3 HORAS por una cabra montañosa.

No tenía ni idea que Ariana Grande, a quien muchas de mis amigas se apegaron ante una ídola pop que se echa encima ante las hurras y alabanzas por su estilo sofisticado sin perder esa dulzura se dedicara a impartir sus clases de ridiculez en una copia barata de la Chilindrina, como lo es la figura Cat Valentine, dicha serie es una pizca dulzona donde te quedas con la cabeza rascando hacia DONDE irá la parte final de la historia, porque hay una indecencia sobre ser el joven desordenado y hosco del presente, nada en el panorama Schneider cambia, y con las justas supo hacerme reír.