Deliciosa película dirigida especialmente a los niños, pero que los adultos podemos disfrutar en toda su sencillez y encanto.

Precioso diseño y animación, personajes atrayentes, y un ambiente único: esos veranos de ocio de nuestra infancia en un pueblecito, en este caso de costa, dejando pasar los días en pequeños proyectos e ingenuas distracciones. La inocencia de la amistad infantil, los niños que nos aceptaban y los que nos rechazaban, las rivalidades locales en que te veías envuelto... todo lo que se esfumaba al llegar septiembre y que, con un poco de suerte, reaparecía al siguiente julio.

Y ese tratamiento del agua, del mar, como lugar de hechizos y belleza, una dimensión diferente y mágica.

Como fallo, los adversarios. Son caricaturas muy exageradas y a mí no me han gustado nada.

Es una película muy recomendable para todos los públicos, inocente y tierna, un auténtico acierto de la factoría.

¿Que no es del todo redonda, que las hay mejores? ¡Silenzio, Bruno! Simplemente, mírala.