Se mire desde donde se mire, obra capital del género y una de las mejores películas de los 80. Es fácil, al ver la carátula, pensar que se trata de una de las mamarrachadas del Chuache (ojo, que en esa década hizo cosas realmente infames), pero detenga su brazo y párese a reflexionar:
- En la batuta, John McTiernam, auténtico maestro del mamporro y responsable de La jungla de cristal, de lejos la mejor película de la década en su especie.
- Como brazo ejecutor, uno de los equipos más cargados de testosterona, malas pulgas y estopa para repartir de la historia del cine, con perdón del grupo salvaje de Peckimpah, capitaneados por el tío Arnoldo, que no es Lawrence Olivier, ni falta que le hace para estos menesteres.
- En la parte maluta, LA CRIATURA, compartiendo el premio ex-aequo con Alien de ser los bichos más perversos y más atractivos de la Sci-Fi. El Depredador como concepto es un diseño TAN brillante que debería estar en el MOMA. Si no está en sus pesadillas es que no ha tenido infancia, compadre.
- Amenizando la velada, Alan Silvestri con una de las bandas sonoras clásicas del género.
- Como marco incomparable, una selva inferna en la que nadie oirá tus gritos...

En resumen, si es usted de los que piensa que Alien o Blade Runner son obras maestras y desprecia esta, se equivoca ampliamente y se está perdiendo algo realmente bueno.