En castellano, sublimar significa transformar ciertos instintos o sentimientos inferiores o primarios en una actividad moral, intelectual y socialmente aceptada: pues bien, Rodriguez sublima las dignas películas de cine B de muy mala manera. A diferencia de su amigo Tarantino, que ha sido capaz de coger ciertos géneros despreciados y reinterpretarlos en pequeños clásicos, nuestro hombre nos propone un bodrio bastante peor de cualquiera de las películas a las que "homenajea". El reparto es una apoteosis trash que hace como que interpreta un guión aún más trash: un Don Johnson lastimoso, un trío de féminas enseñando muslamen, un flaccido Steven Seagal que se pasa la película diciendo "puñeta" y un Robert de Niro que, ahora sí que sí, ha tocado fondo. Respecto a Danny Trejo, debe ser muy amiguete de Rodriguez, porque yo no conozco a nadie que estuviera dispuesto a darle un papel protagonista al chino melenudo de Arma letal, de modo que este secundario de lujo se pasa la película cercenando miembros, ejecutando caliqueños y articulando monosílabos. En definitiva, absurdo cinematográfico que carece de la honestidad y la falta de pretensiones de los originales, y que por tanto se convierte en un espectáculo aburrido y tosco.